SAN SALVADOR,
La Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES) reconoció la importancia para el país de contar con nuevas fuentes de energía, pero pidió al Gobierno no ignorar el drama humano que generará la construcción de represas hidroeléctricas, tales como el desarraigo de varias familias cuyas tierras quedarán inundadas o que serán tomadas para la edificación de dichas obras.
En un comunicado, los obispos aclararon que "nuestra perspectiva es eminentemente pastoral" porque "nos interesa ante todo el bienestar integral de las personas, las cuales tienen derecho a un auténtico desarrollo humano; nos interesa asimismo el verdadero progreso del país en una visión de futuro".
En ese sentido, tras reconocer la importancia de contar con fuentes de energía, advirtieron que esta iniciativa está produciendo un drama humano constatado en "la suerte de las comunidades cuyas tierras serían inundadas", la reubicación de las familias que se verían obligadas a abandonar sus hogares, "el dolor del desarraigo, la incertidumbre de contar con una justa compensación por sus propiedades", etc.
Por ello, pidieron al Gobierno que si mantiene el proyecto de las represas, evite los errores del pasado garantizando a las personas afectadas "una justa retribución por sus propiedades y una adecuada reubicación de las familias". Aclararon que "no basta con que se les proporcione un lugar donde habitar, sino que es deseable ofrecerles tierras para cultivar".
"Una cuestión de fondo que merece profunda reflexión es la búsqueda de fuentes alternativas de energía, tales como la solar, la eólica y una explotación más amplia de la energía geotérmica, teniendo en cuenta el cuidado de la creación, que es la casa de todos, de acuerdo al proyecto de Dios", añadió el comunicado.
El texto recordó que el Papa Benedicto XVI señaló que "los grandes desafíos a los que se enfrenta el mundo actual, como la globalización, los abusos contra los derechos humanos o las estructuras injustas, no pueden ser afrontados y superados a menos que la atención se dirija hacia las necesidades más profundas de la persona: la promoción de la dignidad humana, de su bienestar y, en último término, la salvación eterna".