VALENCIA,
El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, recordó que la educación moral "no puede quedar en manos de la ideología de los gobiernos, alejándola de la responsabilidad de los padres", durante la Misa celebrada ayer en la Catedral de esta ciudad con ocasión del primer aniversario de la visita del Papa Benedicto XVI.
Tras precisar que el Estado no debe suplantar "a los padres en la educación moral de los hijos", en alusión a la asignatura laicista Educación para la Ciudadanía ante la que miles de padres en toda España han presentando la objeción de conciencia, el Arzobispo indicó que "es imprescindible que los padres reciban la ayuda necesaria para ejercer su propia responsabilidad con respecto a sus hijos, no que actúen como correas de transmisión de las consignas políticas del momento".
El Prelado español subrayó que "solo los padres son los primeros educadores; a los padres compete educar a sus hijos en el descubrimiento de su identidad, sin las interferencias que hoy en día se propagan desde diversas ideologías que no respetan la dignidad del ser humano, particularmente las llamadas ideologías del género".
"A los padres compete iniciar a los hijos en la vida social, sin que el Estado pueda suplantarlos en su misión esencial de enseñar a los hijos a convivir con verdadero respeto a la dignidad de sus semejantes", prosiguió y añadió que a ellos también "corresponde iniciar a los hijos en el ejercicio responsable de su libertad moral, que sólo ellos podrán unirla estrechamente a su capacidad de amar".
Al referirse a las palabras del Papa y al lema del V Encuentro Mundial de las Familias que el Pontífice presidió en Valencia en julio de 2006, "La transmisión de la fe en la familia", el Arzobispo de Valencia manifestó que "es imprescindible que recordemos que cuando el matrimonio es reducido a una mera asociación, sin referencia a la complementariedad entre el varón y la mujer, y sin compromiso de fidelidad por encima del tiempo, lejos de avanzar en libertades, lo que se ha conseguido es vaciar de contenido la dignidad humana".
"El respeto a la realidad natural del matrimonio favorece decisivamente el derecho y el deber de los padres de educar a sus hijos", ante lo que "resulta estremecedora la ceguera de quienes no quieren valorar la trascendencia social del matrimonio fiel e indisoluble, y tienen la osadía de poner como modelos las uniones más precarias e inestables", precisó.