VATICANO,
En un discurso dirigido a los miembros de la Fundación Populorum Progressio, creada por el Papa Juan Pablo II para brindar asistencia a proyectos de desarrollo y promoción en América Latina y el Caribe, el Papa Benedicto XVI advirtió que la peor pobreza es la falta de esperanza, y recordó el amor de su predecesor por el “Continente de la esperanza”.
El Pontífice agradeció “la presencia de varios Obispos que vienen del ‘Continente de la esperanza’” y explicó que “desde hace quince años, cuando mi amado predecesor Juan Pablo II erigió la Fundación ‘Populorum Progressio’ confiándola a la responsabilidad del Consejo Pontificio Cor Unum, ésta se ha dedicado a promover la misión de la Iglesia sosteniendo iniciativas específicas en favor de las poblaciones indígenas, campesinas y afroamericanas de los países latinoamericanos y caribeños”.
“La Fundación –prosiguió el Santo Padre– es fruto de la gran sensibilidad que Juan Pablo II demostraba por los hombres y mujeres que más sufren en nuestra sociedad. Este trabajo, emprendido hace quince años, debe continuar siguiendo los principios que han distinguido su empeño en favor de la dignidad de todo ser humano y de la lucha contra la pobreza”.
Benedicto XVI subrayó luego dos características de la acción caritativa de la Iglesia.
“En primer lugar”, dijo, “el desarrollo de los pueblos debe tener como principio pastoral una visión antropológica global de la persona humana”; y al respecto recordó las palabras del Papa Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio: “Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. No hay, pues, más que un humanismo verdadero, que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana”.
El Papa explicó que “esta promoción integral tiene en cuenta el aspecto social y material de la vida, así como el anuncio de fe, la cual da al hombre el sentido pleno de su ser. A menudo, la verdadera pobreza del hombre es la falta de esperanza, la ausencia de un Padre que dé sentido a la propia existencia”.