MADRID,
El Prepósito General de la Compañía de Jesús, P. Peter-Hans Kolvenbach, admitió que ninguna congregación o instituto religioso tiene el futuro asegurado y cualquiera “puede desaparecer” cuando ya cumplió con la labor que le encomendó el Señor, tal como lo ha demostrado la historia de la Iglesia.
“Estoy convencido de que la vida religiosa debe estar siempre en crisis, si de verdad se quiere estar constantemente a la escucha del Espíritu, que no es un tipo tranquilo. No basta con seguir las Constituciones, las reglas, para tener un futuro asegurado”, expresó el sacerdote en entrevista con la Revista Jesús, reproducida en parte por el diario español La Razón.
En ese sentido, indicó que hay que saber discernir lo que el Señor pide a cada uno en las diversas circunstancias de la vida y la historia, pues por ejemplo, “puede pedir a un grupo de consagrados una tarea específica durante un tiempo determinado”, y finalizada esta, “ese determinado instituto puede desaparecer. Esto no es una novedad en la historia de la Iglesia”.
El Prepósito General jesuita recordó que a lo largo de la historia, el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia nuevos carismas para sacarla de los periodos de crisis. Cuando se “corrió el riesgo de equivocarse con el Imperio –explicó-, el Espíritu Santo suscitó a los eremitas para llevarla de nuevo al valor de la espiritualidad, de la oración”.
Indicó que igual sucedió con San Francisco de Asís, que fue llamado cuando la Iglesia sufrió la tentación de la riqueza y el poder; o con San Ignacio de Loyola, que respondió al Señor para llevar a la Iglesia a la misión más allá de “los confines geográficos y culturales conocidos”.
En ese sentido, afirmó, que a la Iglesia nunca le faltará “el don de la vida consagrada”. “El número de vocaciones puede preocuparnos, pero yo estoy con san Ignacio: cuenta más la calidad que la cantidad”, expresó.