MADRID,
Durante la homilía en la Misa por la fiesta de San Juan de Ávila, el Obispo de Tarazona, Mons. Demetrio Fernández González, invitó a los sacerdotes a “la santidad de vida” como “clave para la reforma de la Iglesia” e indicó que “la oración es condición imprescindible para ser sacerdote y para el ejercicio del ministerio”.
“Los santos son los que verdaderamente hacen progresar la historia y hacen avanzar a la Iglesia. Nuestros pecados, sin embargo, retrasan la verdadera reforma”, señaló Mons. Fernández aludiendo documentos del Concilio Vaticano II.
Reflexionando en lo esencial que es la oración en la vida de todo sacerdote dijo que “recomendaba a los Obispos que no ordenaran sacerdotes a quienes no tuvieran el don de la oración, ejercitada abundantemente”, y propuso como ejemplo para todo presbítero a la Virgen María que “a través de su palabra trajo al mundo al Verbo hecho carne”.
Dirigiéndose a los seminaristas, les mostró a San Juan de Ávila y a Santa María como “referencia para sus vidas y preparación al sacerdocio” y los exhortó a que, a pesar de las dificultades en las que se vive actualmente “no es momento de desánimo ni de buscar nuestra propia instalación, se precisan santos como Juan de Ávila que estén dispuestos a gastarse por la Iglesia, a amar a la Iglesia como se ama a una madre o a una esposa, a trabajar por las almas, sintiendo el dolor que siente una madre cuando un hijo se le pierde. Se trata de acoger el amor de Cristo, que nos va haciendo tener entrañas de padre y de madre para con los fieles que se nos confían. Engendrar hijos espirituales, darlos a luz y alimentarlos es ardua tarea, que no admite comodidades ni instalaciones” acotó el Prelado.
Mons. Fernández recordó que “no haremos avanzar a la Iglesia si la juzgamos como desde fuera, si no nos sentimos hijos de la Iglesia” y mencionó que la verdadera reforma se hace desde dentro de la Iglesia, no desde fuera, “todo ello se realiza en amor a la Iglesia y en comunión con sus pastores. Juan de Ávila y tantos santos de su tiempo, fecundaron a la Iglesia desde dentro, sufrieron y amaron desde dentro, y así construyeron la Iglesia desde dentro”, puntualizó.
“Miremos el futuro con esperanza, no nos cansemos de pedir a Dios que envíe obreros a su mies y que suscite vocaciones entre nuestros jóvenes, de entre nuestras familias. La vida cristiana es atrayente, cuando es vivida como san Juan de Ávila, como los beatos mártires”, finalizó.