VATICANO,
En su carta dirigida a la Canciller de Alemania, Angela Merkel, el Papa Benedicto XVI recordó que el G8 debe luchar intensamente contra la pobreza, especialmente en África, y contra enfermedades como el SIDA y la malaria, entre otras tareas, para las que reiteró el apoyo incondicional de la Iglesia Católica.
La misiva recién dada a conocer hoy y enviada por el Santo Padre el pasado 16 de diciembre con motivo del inicio de la presidencia alemana de la Unión Europea y del G8, el Pontífice destacó que “el Gobierno de Alemania Federal declaró que la ayuda a África sería una prioridad clave en la Cumbre de Heiligendamm” que se realizará del 6 al 8 de junio próximos.
“Me complace que la cuestión de la pobreza, con una referencia específica a África, esté ahora en la agenda del G8; de hecho, debe dársele la mayor atención y prioridad, por el bien de los países pobres y ricos igualmente. El hecho que la presidencia alemana del G8 coincida con la presidencia de la Unión Europea presenta una oportunidad única para enfrentar este asunto. Confío en que Alemania ejercerá un liderazgo positivo en relación a este asunto de importancia global que nos afecta a todos”, escribió el Papa.
Tras subrayar que Alemania comparte la preocupación de la Santa Sede por la “incapacidad de los países ricos de ofrecer a los más pobres” condiciones “de comercio para promover un desarrollo sostenible”, el Papa remarcó que la Santa Sede “ha repetido constantemente que, mientras los gobiernos de los países más pobres tienen una responsabilidad con respecto al buen gobierno y la eliminación de la pobreza, es indispensable que se involucren los socios internacionales”.
“Esto no debe ser visto como un ‘extra’ –prosiguió– sino como una concesión que puede posponerse a la luz de las preocupaciones nacionales. Es una grave responsabilidad moral, fundada en la unidad de la raza humana, y en la dignidad común y el destino compartido de los ricos y pobres igualmente, quienes se acercan cada vez más por el proceso de globalización”.
Seguidamente, el Santo Padre precisó que “debe disponerse y garantizarse de manera perdurable y confiable condiciones de comercio favorables para los países pobres, incluyendo, por encima de todo, un amplio e incondicional acceso a los mercados”.