MÉXICO D.F.,
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), reunida en Asamblea Plenaria, reafirmó hoy su posición de defensa de la vida del no nacido y recordó a los legisladores de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), que fueron elegidos “para preservar el bien común” y no para legislar “violando el derecho natural a la vida de un inocente”.
“Cualquier legislación en favor del aborto es una contradicción con la función propia del Estado, que existe total y exclusivamente al servicio de la persona y de la comunidad”, advirtieron los obispos en un comunicado e indicaron que aunque tienen razón quienes afirman “que esta ley no obligaría a nadie a abortar”, es también verdad que la mentalidad y las costumbres de los pueblos son muchas veces determinadas por las leyes.
En el texto, los prelados señalaron que “ninguna motivación, por legítima que parezca, justifica el aborto directamente provocado”, y que “nadie es propietario de la vida de un ser humano, ni siquiera el padre o la madre”. El comunicado afirmó que la defensa de la vida parte de un principio de derecho natural y no de un dogma religioso; y que en ese sentido, es deber de la sociedad proteger al no nacido.
“La defensa de la vida no parte de un dogma religioso, sino de un principio de derecho natural, accesible a la razón, fundado en la realidad del hombre y su dignidad, y que, en consecuencia, no es una verdad dependiente de solas convicciones religiosas. La defensa de la vida humana desde su concepción ha sido asumida por la misma ciencia”, precisaron en el documento firmado por Mons. Carlos Aguiar Retes y Mons. José Leopoldo González, Presidente y Secretario General de la CEM respectivamente.
Con respecto a las personas que “en delicadas y penosas situaciones” podrían verse impulsadas “a la drástica decisión del aborto”, los obispos expresaron que “debemos preocuparnos efectivamente (por ellas) con justicia, amor y solidaridad”; sin que ello nos haga vacilar “en la protección de quien sin culpa alguna sería llevado a la muerte”. Asimismo manifestaron que la experiencia pastoral les ha enseñado el daño “que produce en la conciencia y en la mente de una mujer la realización de un aborto”.
Finalmente, tras pedir su protección a la Virgen de Guadalupe, el Episcopado llamó a los mexicanos a permanecer fieles a sus convicciones a favor de la vida y la paz; porque “autorizando el aborto, el Estado introduciría el principio que legitima la violencia contra el inocente indefenso”.