ROMA,
“Todo lo que puedo decirles es que estaba enferma y ahora estoy curada. La Iglesia es quien debe decir y reconocer si hubo un milagro”. Con estas palabras, la religiosa francesa Marie-Simon-Pierre se dirigió hoy a los periodistas reunidos en Aix-en-Provence (sureste de Francia) para conocer a la protagonista de la curación inexplicable que impulsaría la beatificación del Papa Juan Pablo II.
La religiosa recibió en el año 2001 una dura noticia: padecía Parkinson, la misma enfermedad degenerativa que afectó al Papa Wojtyla por años. En el año 2005, dos meses después de la muerte del Pontífice, y tras muchas horas de oración de toda su comunidad pidiendo un milagro por intercesión de Juan Pablo II, los síntomas desaparecieron.
“Para mí, es como nacer por segunda vez”, señaló la religiosa, una mujer de rostro amable y amplia sonrisa, integrante de la Congregación de las Pequeñas Hermanas de las Maternidades Católicas, dedicada al servicio de mujeres embarazadas y bebés.
Desde que recibió el diagnóstico, la enfermedad avanzó con prisa. Los síntomas empeoraron y en poco tiempo le era casi imposible conducir, tenía dificultades para caminar y no controlaba los movimientos de su brazo izquierdo.
La hermana Marie-Simon-Pierre confiesa que como Juan Pablo II padecía su misma enfermedad pero en un estado más avanzado, le era muy difícil verlo en televisión porque cuando lo observaba “me veía en los años por venir, para ser honesta, me veía en silla de ruedas”.
La noche del 2 de junio del 2005, descubrió que ya estaba curada. Poco antes, su superiora le pidió que escribiera el nombre de Juan Pablo II y el resultado fue un garabato. Horas después, cuando regresó a su habitación para dormir sintió el deseo de intentar escribir de nuevo.