VATICANO,
Este mediodía el Papa Benedicto XVI se encontró en la Plaza de San Pedro con unos 80 mil miembros de la Fraternidad de Comunión y Liberación (CL) con ocasión del 25º aniversario del reconocimiento pontificio del movimiento eclesial fundado por Mons. Luigi Giussani.
Después de hacer un recorrido en papamóvil entre los peregrinos provenientes principalmente de toda Italia y otros países en los que CL despliega su labor evangelizadora, el Santo Padre saludó cordialmente al presidente de la Fraternidad, el sacerdote español Julián Carrón, y destacó la personalidad y obra de su antecesor y fundador del movimiento, don Giussani, fallecido el 22 de febrero de 2005.
“El Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia, a través de él, un Movimiento, el vuestro, que testimoniara la belleza de ser cristiano en una época en que andaba difundiéndose la opinión de que el cristianismo era algo cansino y opresor”, dijo el Pontífice.
El Papa, que calificó de “verdadero amigo” al fundador del movimiento, resaltó “la original intuición pedagógica de Comunión y Liberación que consiste en el reproponer de modo fascinador y en sintonía con la cultura contemporánea el acontecimiento cristiano, percibido como fuente de nuevos valores y como algo capaz de orientar toda la existencia”.
Asimismo, el Pontífice recordó el día de los funerales de don Giussani, el 24 de febrero de hace dos años cuando como Cardenal describió la experiencia del sacerdote lombardo “crecido en una casa pobre de pan, pero rica de música”: “Desde el principio fue tocado, es más, herido, por el deseo de la belleza, no de una belleza cualquiera. Buscaba la Belleza misma, la Belleza infinita que encontró en Cristo”.
Más adelante, Benedicto XVI recordó que con este cambio de vida del fundador quedaron tocados muchos de sus hijos espirituales, y ello originó “múltiples experiencias religiosas y eclesiales”. Si el Señor nos da nuevos dones debemos agradecerlo, incluso si son incómodos –señaló el Papa- “porque la Iglesia es una, y si los Movimientos son dones realmente del Espíritu Santo, deben inserirse en la comunidad eclesial de manera que, en el diálogo paciente con los Pastores, puedan constituir elementos edificantes para la Iglesia de hoy y de mañana”.