LIMA,
El Obispo de Juli, en la región sur de los Andes peruanos, Mons. José María Ortega Trinidad, dijo que la prioridad pastoral en la Prelatura es la difusión de la fe, el fomento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y la promoción de las instituciones sociales y caritativas pues en la región "hace falta mucha evangelización, dar a conocer a Cristo y la belleza de la vida cristiana".
Así lo dio a conocer Mons. Ortega, quien dirige una Prelatura ubicada en una de las zonas más pobres del Perú y habitada por un 95 por ciento de aimaras y el resto de quechuas, en entrevista concedida a la agencia Fides. Juli es conocida como la "Roma de Los Andes", porque es sede de cuatro iglesias que llevan el mismo nombre de las cuatro basílicas mayores de la Ciudad Eterna.
Sobre los retos pastorales de la Prelatura, el Prelado señaló que "la prioridad fundamental es difundir la fe y fomentar las vocaciones sacerdotales y religiosas. También seguir promocionando las instituciones sociales y de caridad que ayudan a los habitantes de nuestra prelatura a mejorar como personas y ciudadanos. La Iglesia está siempre atenta a las necesidades materiales de la gente. Como he dicho en mi toma de posesión y en las reuniones de pastoral, hay que seguir con ellas inyectándoles más vida de fe, más vida cristiana, más oración".
Al referirse a la atención pastoral de sus pobladores, el Obispo de Juli dijo haber observado "costumbres aimaras que pueden ser inculturadas, con un acercamiento y una atención particulares. La inculturación implica incorporar aquellas costumbres que reflejan los mejores y más hermosos rasgos de las tradiciones".
Asimismo, tras dar algunos detalles de su amplia experiencia en la pastoral andina, el Prelado peruano manifestó que al recorrer "los pueblos de la prelatura de Juli me doy perfectamente cuenta que hace falta mucha evangelización, dar a conocer a Cristo y la belleza de la vida cristiana y hacerlo con perseverancia".
Finalmente, Mons. Ortega destacó la conservación de la piedad popular entre su rebaño. "He recorrido la mayoría de los pueblos de las cinco provincias de mi prelatura y me encuentro que la gente mantiene una fe y una piedad muy viva. Muchas personas me piden un sacerdote para su pueblo. La gente conserva la religiosidad y siente la necesidad de contar con sacerdotes. Siempre existe el riesgo de que se vaya perdiendo la costumbre de recibir sacramentos, si no se tiene una catequesis continua y permanente", concluyó.