LIMA,
El Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, inauguró el Congreso-Seminario “Diagnóstico y Perspectivas para la Nueva Evangelización en América Latina”, evento que comenzó con una Eucaristía oficiada por el Presidente del CELAM y Arzobispo de Santiago, Cardenal Francisco Javier Errázuriz.
En el evento, que se realiza en la casa de retiro de los padres pasionistas en esta capital del 5 al 8 de marzo y que es organizado por la asociación Vida y Espiritualidad, el Purpurado pronunció el discurso inaugural en el que pasó revista a algunos importantes temas como la evangelización y la “nueva cristianización” en América Latina, la formación, educación y cultura; y el rol de los fieles laicos, entre otros.
Desafíos actuales
Al iniciar su ponencia, el Cardenal Cipriani destacó que “nos encontramos pues ante una nueva etapa del camino en la aplicación del Vaticano II a la Iglesia en Latinoamérica. Camino de la continuidad, no de la ruptura. Camino de comunión ante todo con Dios Padre, y con su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo y, por consiguiente, de comunión entre nosotros, en la unidad del único Cuerpo de Cristo; un camino orientado también por el Sínodo de la Iglesia en América, para mantener viva y firme el don de la fe en el pueblo latinoamericano”.
Tras precisar que “América Latina tiene ante sí importantes desafíos, incluso situaciones difíciles” como “el relativismo y el utilitarismo”, el Arzobispo precisó que éstas corrientes son “ideologías que excluyen cualquier principio moral que sea válido y vinculante por sí mismo. Una verdadera campaña que promueve un constante ataque contra la vida, desde su concepción hasta su muerte natural; contra la institución del matrimonio de un hombre con una mujer para toda la vida; contra la familia como célula fundamental de la sociedad; contra la mujer en nombre de un feminismo ideológico; situaciones sumamente dañinas que desconocen la ley natural”.
“La identidad católica de nuestros pueblos, debilitada en algunas zonas más que en otras, es una realidad que reclama nuestra responsabilidad en la hora actual. La presencia de la Iglesia en la educación es un hecho positivo, aunque ciertamente se ha debilitado su propuesta notablemente cediendo a la presión de una falsa apertura relativista. La credibilidad de la Iglesia en su función de maestra de la fe y su acompañamiento a nuestros pueblos todavía genera confianza, especialmente entre los más necesitados”, prosiguió.