VATICANO,
El Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Mons. Silvano M. Tomasi, destacó que ante la complejidad del fenómeno de la violencia actualmente no podemos ser ingenuos y debemos responder a los desafíos que ésta presenta.
Durante la realización el pasado 30 de enero de un servicio interreligioso por la paz, Mons. Tomasi recordó que Dios nos ha hecho a todos con la misma dignidad y los mismos derechos y deberes inalienables; y que nos toca "responder al natural deseo de la familia humana por la paz".
Para el Arzobispo, "el trabajo por la paz implica ahora acortar la brecha entre los ricos y los pobres, ponerle fin a las guerras civiles, al terrorismo, y a todos los conflictos armados, deteniendo la carrera armamentista y la proliferación de una variedad de armas, rechazando la glorificación de la violencia por parte de los medios".
El Nuncio ante la ONU también señaló que son millones las personas "afectadas por las guerras actuales y civiles son tomados como objetivos sin tomar en cuenta las leyes humanitarias". "Estas víctimas y los millones de desplazados llaman a la paz, por el respeto a su dignidad humana. Es un momento difícil pero sabemos que ‘existe una lógica moral que es construida en la vida humana que hace posible el diálogo entre los individuos y los pueblos’", añadió.
"La búsqueda de la paz comienza en el corazón de cada individuo y mueve a los países y a la comunidad internacional hacia un proceso fundado en el respeto a la persona humana, el derecho a la vida y la libertad religiosa, el libre ejercicio de los derechos humanos y la eliminación de desigualdades injustas", explicó Mons. Tomasi.
Seguidamente el Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas advirtió que la "civilización de la tolerancia se ha construido sobre un campo minado: cuando la atención disminuye, la mina explota" y planteó como mejor alternativa al respeto, que "mira a los demás como compañeros en la misma humanidad, hijos del mismo creador, con las mismas aspiraciones de una vida feliz y pacífica, incluso cuando la forma puede ser diferente", más allá de la tolerancia que el mundo proclama.