ESTAMBUL,
Concluida la visita a la Mezquita Azul, el Papa se dirigió a la Catedral Armenia Apostólica de esta ciudad. En su discurso, destacó que el encuentro sostenido con Su Beatitud, el Patriarca Mesrob II Mutafian, “es más que un simple gesto de cortesía ecuménica y amistad”.
“Es un signo de nuestra esperanza compartida en las promesas de Dios y nuestro deseo de ver cumplida la oración que Jesús ofreció” por la unidad de sus discípulos “para que sean uno en el Padre”, indicó.
“Jesús dio su vida en la Cruz para que todos los hijos dispersos de Dios se unan, para romper las paredes de división. A través del sacramento del Bautismo, hemos sido incorporados al Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Las trágicas divisiones que, con el tiempo, han ocurrido entre los seguidores de Cristo contradicen abiertamente la voluntad del Señor, han generado escándalo en el mundo y han dañado la causa más justa, la predicación del Evangelio a toda criatura”, dijo el Papa, recordando las palabras de la encíclica Unitatis Redintegratio.
“Precisamente –prosiguió el Santo Padre– por nuestro testimonio de fe y amor, los cristianos estamos llamados a ofrecer un signo radiante de esperanza y consuelo a este mundo, tan marcado por los conflictos y tensiones. Tenemos que continuar, por ello, haciendo todo lo que sea posible para sanar las heridas de la separación y no desmayar en el trabajo por reconstruir la unidad cristiana. Que seamos guiados en esta urgente tarea por la luz y la fuerza del Espíritu Santo”.
Luego de agradecer al Patriarcado por su amistad y después de recordar unas palabras del siglo XIII en las “que Nerses de Lambron, uno de los grandes doctores de la iglesia Armenia” pide por la paz y alienta a “escalar la montaña de la fe en el Evangelio”, Benedicto XVI exhortó a “juntos seguir rezando por la unidad de todos los cristianos, para que, al recibir este don de lo alto con los corazones abiertos, seamos testigos más convincentes de la verdad del Evangelio y mejores siervos de la misión de la Iglesia”.
Al momento de retirarse, se develó una placa recordatoria con la forma de una cruz armenia con la que se conmemora la visita de tres pontífices: Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.