ESTAMBUL,
El Papa Benedicto XVI y Su Santidad Bartolomé I firmaron una declaración conjunta en el Patriarcado Ecuménico de Estambul en la que renovaron el compromiso evangelizador de católicos y ortodoxos, y pidieron la unidad de los esfuerzos ante la secularización que se extiende sobre todo en el mundo occidental.
En el documento, firmado al terminar la Divina Liturgia celebrada esta mañana en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, ambos líderes religiosos sostienen que “como pastores hemos reflexionado sobre todo acerca de la misión de anunciar el Evangelio en el mundo de hoy” y “no podemos ignorar el crecimiento de la secularización, del relativismo e incluso del nihilismo, sobre todo en el mundo occidental”.
“Todo esto exige un anuncio del Evangelio renovado y decidido, que se adapte a las culturas de nuestro tiempo. Nuestras tradiciones representan un patrimonio que debe ser compartido, propuesto y actualizado continuamente. Por este motivo, debemos reforzar las colaboraciones y nuestro testimonio común ante todas las naciones”, indican en el texto.
Asimismo, destacan que han "valorado positivamente el camino hacia la formación de la Unión Europea", y señalan que "los actores de esta gran iniciativa no dejarán de tener en cuenta todos los aspectos que conciernen a la persona humana y sus derechos inalienables, sobre todo la libertad religiosa, testigo y garante del respeto de todas las demás libertades. En toda iniciativa de unificación, las minorías deben ser protegidas, con sus tradiciones culturales y las características propias de cada religión".
El Papa y el Patriarca reconocen en el documento las dificultades que deben afrontar los cristianos en algunos lugares del mundo, "en particular la pobreza, las guerras y el terrorismo, así como las diversas formas de explotación de los pobres, emigrantes, mujeres y niños. Estamos llamados a emprender juntos acciones en favor del respeto de los derechos humanos, de cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, del desarrollo económico, social y cultural".
"Nuestras tradiciones teológicas y éticas –continúan– pueden ofrecer una sólida base para la predicación y la acción comunes. Por encima de todo queremos afirmar que la matanza de inocentes en el nombre Dios es una ofensa a Él y a la dignidad humana. Todos debemos comprometernos en un servicio renovado al ser humano y en la defensa de la vida humana, de toda vida humana".