VATICANO,
Al ofrecer hoy su última reflexión dedicada a San Pablo en el marco de las audiencias generales de los miércoles, el Papa Benedicto XVI explicó la especial presencia de la Iglesia en la vida, pensamientos y corazón del Apóstol y precisó que para éste la grandeza y nobleza de la Iglesia radica en que es “casi una extensión” de la presencia de Cristo en el mundo.
Ante miles de feligreses congregados en la Plaza de San Pedro pese a la intensa lluvia, el Santo Padre recordó que para San Pablo "el primer contacto con la persona de Jesús tuvo lugar a través del testimonio de la comunidad cristiana de Jerusalén" y "esto nos lleva a una primera e importante observación: a Jesús se llega normalmente, para acogerlo o rechazarlo, con la mediación de la comunidad creyente".
"De alguna manera esto fue lo que le pasó a Pablo", pero en su caso "la adhesión a la Iglesia fue propiciada por una intervención directa de Cristo que, revelándose en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le hizo entender que perseguir a la Iglesia era perseguirlo. De ahí se comprende porqué la Iglesia haya estado después tan presente en los pensamientos, el corazón y la actividad de Pablo".
“En primer lugar, explicó al respecto, lo fue en cuanto literalmente fundó diversas Iglesias en las numerosas ciudades a las que viajó como evangelizador", mientras "en sus epístolas nos explica también su doctrina sobre la Iglesia en cuanto tal. Es bien conocida su original definición de la Iglesia como ‘cuerpo de Cristo’, que no encontramos en otros autores cristianos".
Sobre el particular, el Pontífice señaló que “la raíz más profunda de esta designación sorprendente la encontramos en el sacramento del cuerpo de Cristo, en la Eucaristía, Cristo nos da su Cuerpo y nos hace Cuerpo suyo. Con todo ello Pablo nos hace comprender que existe no solamente una pertenencia de la Iglesia a Cristo, sino también una forma de equiparación y de identificación de la Iglesia con Cristo. De aquí deriva la grandeza y la nobleza de la Iglesia, es decir del ser miembros de Cristo, casi una extensión de su presencia personal en el mundo".
"De aquí derivan también las exhortaciones de San Pablo respecto a los diversos carismas que animan y estructuran la comunidad cristiana", afirmó el Santo Padre, subrayando la importancia de que "todos los carismas cooperen en la edificación de la comunidad y no se conviertan en motivo de separación".