21 de noviembre de 2024 Donar
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Mujer revela que clínica madrileña la sometió a aborto en sexto mes de embarazo

La clínica abortista El Bosque de Madrid se sumó esta semana a la lista de centros sanitarios que realizan abortos tardíos ilegales en España. Una mujer asturiana reveló a la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) que hace 12 años fue ahí sometida a un aborto cuando tenía más de seis meses de gestación.

La mujer identificada como Lucía L. resultó embarazada a los 17 años de edad. “Por miedo a la reacción de mis padres no dije nada hasta que fue muy evidente. Mis padres y mi novio en un primer momento pensaron que era mejor que abortase y fuimos a una clínica en Asturias, me miraron y me dijeron que tenía un embarazo de 26 semanas, pero que no me preocupase, que todavía podía abortar, que había una clínica en Madrid, la Clínica el Bosque, que estaba especializada en hacer abortos cuando el embarazo está ya muy avanzado. La clínica de Asturias lo gestionó todo y al día siguiente tenía que estar en Madrid, para estar a las 8 de la mañana en ayunas en el centro y con 350 mil pesetas en efectivo”, recuerda.

La sometieron a una ecografía que ella no vio. Le dijeron que “no había problema con el aborto, que iba a ser como ‘sacarse una muela’, que de un aborto temprano a uno tardío solo cambiaba la técnica y el precio, nada más”.

“No nos explicaron nada más sobre el desarrollo fetal, el procedimiento, la duración de la operación, riesgos físicos y psicológicos, sólo que era con anestesia general y que era muy sencillo”, recordó.

Fue entrevistada por “una psicóloga que me dio unos test ya completados que yo tenía simplemente que firmar, me dijo que con eso justificaban el aborto. No cruzó ni una palabra más conmigo. Firmé y salimos de allí”.

Lucía fue anestesiada y no sabe lo que ocurrió. “Desperté en la habitación y tenía un gasa en la vagina, tenía suero y una sonda para la orina. Yo pensé que había pasado todo, pero de repente me toqué el vientre de forma instintiva y me di cuenta que mi hijo seguía conmigo. Le pregunté a mi madre que estaba allí que por qué no había terminado todo y me decía que estuviese tranquila, pero vi el pánico en su cara”.

El relato es estremecedor. Le introdujeron un gel para dilatar el cuello del útero. “Me hizo mucho daño, sacaba y metía la jeringuilla con mucha saña. Me incorporé un poco y veía salir sangre, yo lloraba y él me dijo en tono muy serio ‘O te estás quieta o vamos a estar todo el día’”.

“A la hora, empecé a sentir un dolor en los riñones, eran las contracciones, no me lo podía creer. Cada vez más intensas, era horrible, yo lloraba, gritaba diciendo que pararan todo, que no quería seguir, pero me decían que ya no se podía”, indicó.

“Unas horas después mi hijo salió y esto sucedió en la misma habitación, no les dio tiempo a bajarme a quirófano. Vi como la abortista se llevaba un bulto pequeñito en un plástico blanco, escuché una puerta y volvió. No sé cómo murió mi hijo, si lo mataron en el quirófano, o si nació vivo y lo dejaron morir después, no lo sé”, sostiene.

Según Lucía, “cuando todo acabó, pasé la noche sin poder dormir. Por la mañana me hicieron una ecografía para ver si quedaba algún resto pues si era así me tenían que volver a intervenir. No me dejaron ni ducharme pues no estaba incluido en el precio. Me dieron un café y me trajeron una medicación para las infecciones y para cortar la leche”.

La mujer confiesa que “desde los 17 a los 23 años lo olvidé todo, creo que era demasiado fuerte y mi mente lo bloqueó en un mecanismo de negación. En mi casa no se volvió a hablar de ello, ni con mi novio que ahora es mi marido. A los 23 años empecé a encontrarme mal, con ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación, pero nunca lo achaqué al aborto, no reconocía que alguien había muerto aquel día. Con esa edad yo pensaba que si nacía mi hijo, éste era un bebé, pero que sino nacía, no era un ser vivo todavía y no podía creer que un médico fuese capaz de matar a alguien o de hacer algo que te perjudicara. Yo pensaba que si se podía hacer, el aborto no podía ‘estar mal’”.

Lucía relata que visitó psicólogos “desde los 23 años hasta los 28; ninguno supo decirme lo que me pasaba a pesar que yo siempre contaba lo del aborto. De repente, un día hablando con mi novio de la posibilidad de casarnos y ser padres, todo estalló: comprendí que habían matado a mi hijo y que se había muerto mi hijo”.

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“Quise denunciar al centro de abortos El Bosque pero habían pasado 12 años y era imposible a pesar de ser un delito. Ojalá la Ley fuese más justa y se pudiese hacer algo”, indica.

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