VATICANO,
A pesar de la lluvia miles se dieron cita en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus con el Papa Benedicto XVI, quien en el día en que la Iglesia celebra a Todos los Santos, recordó que la vida eterna es la existencia sumergida en el amor de Dios.
El Pontífice reflexionó respondiendo a la pregunta: “¿El hombre moderno espera aún la vida eterna o piensa que esta pertenece a una mitología ya superada?”, y dijo que: “en nuestro tiempo se está tan absorbidos por las cosas terrenas que es difícil pensar en Dios como protagonista de la historia y de nuestra misma vida”.
“La existencia humana tiende por propia naturaleza a algo más grande; es insuprimible en el ser humano el anhelo de justicia, de verdad, de felicidad plena”, continuó.
También recordó que frente al “enigma de la muerte, están vivos en muchas personas el deseo y la esperanza de reencontrar en el más allá a los seres queridos; así como también es fuerte la convicción de un juicio final que restablezca la justicia, la espera de una definitiva confrontación en que a cada uno sea dado cuanto le es debido”.
Más adelante recordó que las palabras "vida eterna" para los cristianos significa “una nueva cualidad de existencia, plenamente sumergida en el amor de Dios, que libera del mal y de la muerte y nos pone en comunión sin fin con todos los hermanos y las hermanas que participan del mismo Amor”.
“La eternidad –prosiguió- puede ya estar presente al centro de la vida terrena y temporal, cuando el alma, mediante la gracia, está unida a Dios, su último fundamento”.