Una bebé de padres mexicanos se ha convertido en el centro de atención de Phoenix y recibe a diario hermosos regalos de gente que tal vez nunca conozca. Hace casi dos meses, su madre, Verónica Celis, fue declarada con muerte cerebral. Los médicos la mantuvieron conectada a un respirador artificial hasta el domingo pasado, cuando nació la bebé que esperaba y por la cual se negó a recibir un tratamiento que pudo prolongar su vida.
Verónica tenía 36 años de edad y tres hijos varones de 19, 13 y 10 años, siempre quiso una niña y con su esposo había considerado adoptar una.
Hace un tiempo le diagnosticaron cáncer de mamas, se sometió a un tratamiento y la enfermedad pareció replegarse. En junio pasado se confirmó que Verónica tenía cáncer nuevamente y además que estaba embarazada de la niña que siempre quiso.
“Pocas semanas después que descubrimos el cáncer, ella dijo que ‘Si me muero, cuida del bebé’. Me asustó mucho”, recuerda Aarón, su esposo desde hace 21 años, en declaraciones al diario Yuma Sun de Arizona.
“Estaba contrariada, pero siempre confió más en Dios que yo. Me pedía que no me abatiera: ‘Vamos a estar bien. Tienes que ser más firme’”, recordó.
Cuando los médicos le sugirieron abortar, la pareja consideró la propuesta pero Verónica cambió de idea.