MADRID,
Al resaltar que el futuro de la humanidad pende del correcto planteamiento de la relación entre la razón y la fe, temática que abordó el Papa Benedicto XVI en Ratisbona, el Cardenal Antonio María Rouco, advirtió que Occidente "no tendrá futuro si se cierra "a la gran verdad de Dios", y que el Islam no tendrá un "futuro de progreso, de libertad y de paz" si se cierra al diálogo de la verdad y de la caridad.
Sobre el discurso, que consideró una "espléndida reflexión teológica sobre un tema de candente actualidad", el Arzobispo de Madrid dijo que el Papa plantea "la cuestión de la que, en definitiva, está pendiendo el futuro no solo de Europa y de las culturas, enraizadas en la tradición cristiana, sino de toda la humanidad; y que no es otra que el problema del recto planteamiento de la relación entre la fe y la razón".
En su alocución semanal en la cadena COPE, se preguntó si realmente "¿le es imposible a la razón llegar hasta el conocimiento de Dios? ¿Puede la razón humana arrogarse la posibilidad de demostrar que Dios no existe, encerrándose a sí misma, orgullosamente, en un conocimiento de la realidad puramente empírica y materialista? O, colocándose en la perspectiva de la experiencia religiosa, ¿es posible creer en Dios ignorando y despreciando el discurso y conocimiento racional del hombre? Aún más ¿es posible trasmitir la fe en Dios al margen y hasta en contra de la razón y de la libertad de la persona humana; recurriendo, incluso, si interesa, al uso de la violencia?".
Para el Arzobispo, éstas son las preguntas a las que responde Benedicto XVI y que "se han convertido en cruciales para toda la familia humana", con claridad de ideas y estilo dialogante, "y no solamente como un extraordinario pensador y eminente universitario (…) sino como Papa", llamado a confesar que Dios "ha actuado y actúa lleno de amor por nosotros".
"Ciertamente, el amor sobrepasa el conocimiento, y es por esto capaz de percibir más que el simple pensamiento; sin embargo, permanece como amor del "Dios-Logos". Dios no actúa amándonos irracionalmente, aunque sí amándonos mucho más allá de lo que la razón pudiera alcanzar o dar de sí; mucho más allá de lo que nuestra libertad y nuestro corazón, heridos por el pecado, pudieran sospechar y soñar. 'No actuar razonablemente (no actuar de acuerdo con el Logos) es contrario a la naturaleza de Dios'".