VATICANO,
"Nuestros sacerdotes deben tener en nosotros al padre, maestro, amigo y hermano que necesitan y merecen encontrar para sostenerse, defenderse y ser alentados en su sagrado ministerio y en el camino a la santidad sacerdotal", afirmó el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Prefecto de la Congregación para el Clero.
Ante los obispos que participan en un seminario de estudios en el Vaticano, el Purpurado ofreció la ponencia titulada "La paternidad del obispo respecto a sus sacerdotes".
El Purpurado indicó que "sin duda la efectividad de la Nueva Evangelización a la que todos estamos llamados depende también de este espíritu de paternidad que debe existen entre nosotros y nuestros sacerdotes ya que conformamos un solo cuerpo sacerdotal, aunque destinado a distintas tareas, permeado por el espíritu de servicio y confianza mutua".
Dado que el obispo comparte "la propia consagración de Cristo y su misión", la paternidad para él no es una opción individual, es en realidad "un don sacramental y un misterio de la gracia en Cristo. Esto significa que la paternidad del obispo concierne a los tres aspectos de su ministerio: enseñanza, santidad y gobierno", precisó el Cardenal.
"Somos padres -prosiguió- porque generamos espiritualmente la transmisión del sacerdocio en Cristo a través de la imposición de las manos. Somos padres porque con nuestra vida al servicio de la animación de las almas, nutrimos en los hombres el nacimiento de las vocaciones sacerdotales y exitosamente garantizamos en ellos los medios para su vida sacerdotal, apostólica y misionera".
El obispo debe ser el primero en demostrar con su vida "la primacía del ser sobre el hacer", continuó el Cardenal Castrillón y finalmente mencionó que para la formación en la actividad misionera, un aspecto esencial es "el acompañamiento paterno y fraterno en la vida ministerial de los sacerdotes" de parte de los obispos.