LIMA,
Miembros del Movimiento de Vida Cristiana (MVC) del primer puerto peruano sostuvieron este sábado un multitudinario y vibrante encuentro con su Fundador, D. Luis Fernando Figari, en el que en un ambiente de alegría y profunda fe celebraron con la oración, cantos y testimonios que “El Callao es tierra de María”.
Cientos de “emevecistas”, como se conoce a los miembros de este movimiento eclesial nacido en el Perú, colmaron el auditorio San Antonio de la provincia porteña para expresar su amor filial a María, en su advocación de Nuestra Señora de la Reconciliación, cuya imagen decorada con un “bosque” de flores presidió la celebración, acompañada de una gran Cruz de la Evangelización.
Tras diversas expresiones musicales nacionales que sirvieron para poner de relieve la identidad católica y peruana de los participantes, Luis Fernando Figari dirigió unas palabras en las que manifestó su deseo de rendir, junto a todo el pueblo chalaco, un sentido homenaje a la Virgen del Carmen La Legua cuyo Santuario en este puerto cumple 400 años.
El fundador de la Familia Sodálite, de la que forma parte el MVC, se valió de la encíclica de Benedicto XVI, "Deus Caritas est", para ilustrar los diversos momentos del amor infinito de Dios desde la creación del ser humano, la promesa de la redención por el Linaje de Mujer, hasta llegar a la Anunciación-Encarnación "del Verbo Eterno en el vientre inmaculado de María Santísima para redimir y reconciliar a los seres humanos".
En una intervención, por momentos dialogada y festiva con los participantes, y con referencias que vinculaban tradiciones y devociones del pueblo chalaco con la antropología del ser humano, Figari exhortó a un mayor y más comprometido apostolado, desde un corazón evangelizado.
Al analizar el fenómeno del avance de las sectas, el Fundador dijo que "se pueden dar muchas razones”, pero que la principal es “culpa nuestra, de los católicos". La ignorancia y frialdad en la vivencia de la fe, la falta de compromiso cristiano de muchos, el dejarse abrumar por pequeñeces y problemas concretos perdiendo de vista el gran horizonte de la vida, son causas de un cierto debilitamiento del entusiasmo de los hijos e hijas de la Iglesia, señaló.