VALENCIA,
Durante la multitudinaria Misa que presidió esta mañana en la explanada de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (España), el Papa Benedicto XVI clausuró el V Encuentro Mundial de las Familias y lanzó un mensaje de esperanza a las familias del mundo, amenazadas por formas culturales y políticas y por la pérdida de sentido de la misión de los esposos.
Al comentar las lecturas del día, el Pontífice comenzó señalando que en los testimonios de Ester y Pablo, la familia se muestra “como una comunidad de generaciones y garante de un patrimonio de tradiciones”.
“La familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral”, agregó.
El Santo Padre explicó luego que los padres poseen “todo un patrimonio de experiencia”; y “tienen el derecho y el deber inalienable de transmitirlo a los hijos: educarlos en el descubrimiento de su identidad, iniciarlos en la vida social, en el ejercicio responsable de su libertad moral y de su capacidad de amar a través de la experiencia de ser amados y, sobre todo, en el encuentro con Dios”.
“En el origen de todo hombre y, por tanto, en toda paternidad y maternidad humana está presente Dios Creador. Por eso los esposos deben acoger al niño que les nace como hijo no sólo suyo, sino también de Dios, que lo ama por sí mismo y lo llama a la filiación divina. Más aún: toda generación, toda paternidad y maternidad, toda familia tiene su principio en Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”, explicó el Papa.
“Aunque nadie responde por otro –continuó el Papa- , sin embargo los padres cristianos están llamados a dar un testimonio creíble de su fe y esperanza cristiana. Han de procurar que la llamada de Dios y la Buena Nueva de Cristo lleguen a sus hijos con la mayor claridad y autenticidad”.