ROMA,
En el marco de una Misa celebrada en la Basílica de Santa María la Mayor de esta ciudad y presidida por el Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, Cardenal Paul Poupard, cuatro jóvenes laicas consagradas de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR) emitieron sus compromisos de plena disponibilidad apostólica a perpetuidad en dicha asociación.
Las nuevas profesas perpetuas son las brasileras Yara Fonseca y Angélica Da Silva y las colombianas Ana Lucía Montoya y Beatriz Palacio.
En medio de un ambiente de fiesta y oración marcado por la presencia de más de un millar y medio de miembros del Movimiento de Vida Cristiana (MVC) de América, Europa y Asia que han peregrinado a Roma con ocasión del Encuentro del Papa Benedicto XVI con los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades el 3 de junio, el Purpurado resaltó el valor para la Iglesia de los compromisos asumidos por las “fraternas” en orden a la evangelización de la cultura.
“Hoy algunas hermanas laicas hacen su profesión perpetua para consagrarse a Jesucristo bajo el signo de la reconciliación, para trabajar en el campo de la educación y la cultura. ¡Qué magnífica coincidencia! La providencia ha querido que en el día de San Justino, filósofo y mártir, reciban la gracia y la bendición de Dios para estar en el mundo” para evangelizar, dijo el Purpurado al inicio de su homilia.
El Cardenal denunció el relativismo y el negativismo de hoy e invitó a las nuevas profesas a mirar siempre a la Virgen María para actuar con confianza ante los desafíos actuales. "Ante la realidad del relativismo de la cultura, el desierto espiritualista de la manipulación de la información, se nos ofrece el silencio de Nazareth, el servicio a Isabel y el Magnificat. No existe ninguna cosa más contraria para el hombre que una vida alienada frente a la experiencia del amor de la Encarnación de Jesucristo vivo que le abre el horizonte del sentido a la historia, haciéndolo cada vez más completo", señaló el Purpurado francés.
Continuando su reflexión sobre la cultura, el Cardenal dijo que los cristianos "queremos un cambio cultural, un nuevo humanismo cristiano que no afecte a la identidad católica de América Latina, que no restrinja la fe a sólo los espacios litúrgicos, que purifique la memoria y que siente las bases de un desarrollo integralmente sostenido, es decir, humanizante, cristificante”.