21 de noviembre de 2024 Donar
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Oración, perdón y santidad: Raíces de las aspiraciones ecuménicas, afirma Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI señaló que “nuestras aspiraciones ecuménicas deben estar enraizadas en la oración, en el perdón mutuo y en la santidad de vida de cada uno de nosotros”, reafirmando así que la restauración de la unidad es prioridad de su ministerio petrino, en su discurso a representantes de otras confesiones cristianas en la iglesia luterana de la Santísima Trinidad.

Luego del mensaje del Presidente del Consejo Ecuménico Polaco, arzobispo Jeremiasz de la Iglesia Ortodoxa del Este, el Santo Padre saludó a los líderes de las distintas iglesias polacas que se reunieron en esta ocasión, entre quienes se encontraban también el obispo Janusz Jagucki, de la iglesia evangélica de la confesión de Augsburgo. El Papa destacó que “lo que nos une es el deseo de conocernos y dar gloria y honor a nuestro Señor Jesucristo en común oración: ‘a Él que nos ama y que nos ha liberado de nuestros pecados por su sangre y nos ha hecho un reino, sacerdotes para Dios y el Padre’ (Ap.1:5-6). Estamos agradecidos a nuestro Señor, porque nos reúne, nos da su Espíritu y nos permite –por encima de lo que todavía nos separa– clamar ‘Abba, Padre’".

Seguidamente, el Pontífice agradeció por este encuentro ecuménico y comentó que “veo esto como un paso en la implementación del firme propósito que hice al inicio de mi pontificado: considerar como prioridad de mi ministerio la restauración de la plena unidad de los cristianos. Mi amado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II lo estableció claramente cuando visitó esta misma iglesia de la Santísima Trinidad en 1991”.

Benedicto XVI reconoció que es “imposible para nosotros ‘lograr’ esa unidad sólo con nuestras fuerzas. Como dije el año pasado en el encuentro ecuménico en Colonia: ‘Sólo podemos obtener unidad como un regalo del Espíritu Santo’. Por esa razón, nuestras aspiraciones ecuménicas deben estar enraizadas en la oración, en el perdón mutuo y en la santidad de vida de cada uno de nosotros”.

“Mientras proclamamos el Evangelio, tenemos que estar movidos por la aspiración de cultivar relaciones de sincera caridad, de manera que, a la luz de éstas, todos sepan que el Padre envió al Hijo y que Él ama a la Iglesia y a cada uno de nosotros como Él ha amado al Hijo ( Jn 17:23). La tarea de los discípulos de Cristo, la tarea de cada uno, es por ello, tender hacia la unidad, de manera que todos nos convirtamos, como cristianos, en signo visible de su mensaje salvador que se dirige a todo ser humano”, enfatizó el Papa.

Benedicto XVI recordó nuevamente el encuentro de Juan Pablo II con las demás confesiones cristianas en 1991 y señaló que “Desde ese encuentro, mucho ha cambiado. Dios nos ha permitido dar muchos pasos hacia el entendimiento mutuo y el acercamiento. Permítanme traer a su atención algunos eventos ecuménicos que se han realizado en el mundo durante este tiempo: la publicación de la carta encíclica Ut Unum Sint; los acuerdos cristológicos con las iglesias pre-calcedonias, la firma en Ausburgo de la ‘Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación’, el encuentro por el Gran Jubileo del año 2000 y el memorial ecuménico de los testigos de la fe de veinte siglos, el reinicio del diálogo entre católicos y ortodoxos a nivel mundial, el funeral del Santo Padre Juan Pablo II con la participación de casi todas las iglesias y comunidades cristianas”.

Al referirse a algunas de las iniciativas que se han hecho en bien del ecumenismo en Polonia, el Papa destacó eventos como “la firma en el año 2000 en esta misma iglesia, por parte de la Iglesia Católica y el Consejo Ecuménico Polaco, de la declaración de reconocimiento mutuo de la validez del Bautismo, la institución de la Comisión para el Diálogo de la Conferencia Episcopal Polaca y el Conejo Ecuménico Polaco, a la que obispos católicos y líderes de otras iglesias pertenecen; la institución de las comisiones bilaterales para el diálogo teológico entre católicos y ortodoxos, luteranos, miembros de la iglesia nacional polaca, maravitas y adventistas, la publicación de la traducción ecuménica del Nuevo Testamento y del libro de los Salmos, la iniciativa llamada ‘Ayuda a los Niños en Navidad, en la que organizaciones de caridad trabajan juntas: católicos, ortodoxos y evangélicos”.

Caridad, vida matrimonial y familiar

A continuación el Santo Padre precisó que son dos las cuestiones fundamentales las que tienen que ver con el ecumenismo actualmente. “La primera se relaciona con los servicios de caridad de las iglesias. Hay muchos hermanos y hermanas que esperan el don del amor, de la confianza, del testimonio, de la ayuda material y espiritual. Me he referido a este asunto en mi primera encíclica Deus Caritas Est, en donde dije ‘Amar al prójimo, arraigado en el amor a Dios, es la primera y más importante responsabilidad para cada miembro individual de los fieles, pero es también responsabilidad de toda la comunidad eclesial en todo nivel: desde la comunidad local hasta la Iglesia particular y la Iglesia universal en su totalidad. Como comunidad, la Iglesia debe practicar el amor’”.

“Todos podemos entrar en cooperación en favor de los necesitados, explotando esta red de relaciones recíprocas, el fruto del diálogo entre nosotros mismos y la acción conjunta. En el espíritu del mandamiento del Evangelio tenemos que asumir la solicitud devota hacia los necesitados, quien quiera que sea. En esta perspectiva, escribí en mi encíclica que ‘la construcción de un mundo mejor requiere que los cristianos hablen con una sola voz para inculcar el respeto de los derechos y necesidad de todos, especialmente de los pobres, los necesitados y los indefensos’”, explicó el Santo Padre.

El segundo asunto al que el Papa se refirió es al que tiene que ver con la vida matrimonial y la vida familiar. “Sabemos –continuó– que entre las comunidades cristianas, llamadas a testimoniar el amor, las familias ocupan un lugar especial. En el mundo de hoy, en el que las relaciones internacionales e interculturales se multiplican, sucede cada vez con más frecuencia que gente joven de diferentes tradiciones, religiones o denominaciones cristianas, deciden iniciar una familia. Para la gente joven y para sus seres queridos, es con frecuencia una decisión difícil que genera varios peligros en cuanto a la perseverancia en la fe y en la futura estructura de la familia, la creación de una atmósfera de unidad en la familia y las condiciones necesarias para el crecimiento espiritual de los hijos”.

Sin embargo, subrayó el Papa, gracias a “la extensión del diálogo ecuménico a larga escala, la decisión puede llevar a la formación de un laboratorio de unidad práctico. Para que esto suceda es necesaria la voluntad mutual, el entendimiento y la madurez en la fe de ambas partes, y de las comunidades de donde provienen”.

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