VARSOVIA,
En lo que ha sido hasta ahora el momento más intenso de su visita apostólica a Polonia, el Papa Benedicto XVI tuvo un encuentro en la Catedral de San Juan de Varsovia con el clero polaco en el que exhortó a los sacerdotes a ser especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios.
“Al sacerdote no se le pide que sea un experto en economía o en política. Se espera que sea experto en vida espiritual y frente a las tentaciones del relativismo o del permisivismo no es necesario que conozca todas las actuales y cambiante corrientes de pensamiento, de él se espera que sea testimonio de sabiduría eterna, contenida en la palabra revelada", dijo el Santo Padre en un profundo y significativo discurso tras las palabras de bienvenida del Arzobispo de Cracovia, Cardenal Jozef Glemp.
Al inicio de su discurso, el Pontífice expresó su confianza en que su peregrinación “refrescará la fe que tenemos en común ustedes y yo”. “He venido a Polonia, la tierra amada por mi gran Predecesor Juan Pablo II para participar de este clima de fe en el que viven, para comunicarles algún don espiritual y que sean fortificados", precisó el Santo Padre.
Al recordarles su misión, el Papa dijo a los sacerdotes que “han sido elegidos entre el pueblo, constituidos en las cosas que se refieren a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Crean en la potencia de su sacerdocio. En virtud del sacramento, ustedes recibieron todo aquello que son. Cuando pronuncian la palabra yo o mío, (“yo te absuelvo”, o “Este es mi Cuerpo”), lo hacen no en nombre de ustedes sino en nombre de Cristo, in persona Christi, que quiere servirse de sus labios y manos, de su espíritu de sacrificio y de su talento. Al momento de su ordenación, mediante el signo litúrgico de la imposición de las manos Cristo los ha tomado bajo su especial protección: Ustedes están escondidos bajo sus manos y en su corazón”.
En uno de los momentos más intensos de su alocución, Benedicto XVI recordó a los sacerdotes que la grandeza del sacerdocio de Cristo puede infundir temor. “Se puede estar tentados a exclamar como Pedro ‘Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador’ porque nos cuesta trabajo creer que Cristo haya llamado precisamente a nosotros: ¿Acaso no podía escoger a otro mucho más capaz y más santo? Sin embargo Jesús fija su mirada con amor en cada uno de nosotros y es en esta mirada que debemos confiar.
“No nos dejemos asaltar por la prisa, casi como si el tiempo dedicado a Cristo en silenciosa oración fuese tiempo perdido. Es precisamente ahí donde nacen los más maravillosos frutos de servicio pastoral. Es necesario no desalentarse por el hecho de que la oración exige un esfuerzo, ni por la impresión de que Jesús guarde silencio: Él calla pero actúa”, continuó baja la atenta escucha de cientos de sacerdotes y seminaristas.