VATICANO,
En una carta dirigida al Padre Peter-Hans Kolvenbach, S.I., Prepósito general de la Compañía de Jesús, con motivo del 50º aniversario de la publicación de la encíclica "Haurietis aquas", de Pío XII, sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Benedicto XVI resaltó la tarea siempre actual para los cristianos de continuar y profundizar su relación con el Corazón de Jesús para reavivar la fe en el amor salvífico de Dios.
En la carta publicada hoy, el Santo Padre resalta que los jesuitas "siempre han sido muy activos en promover esta fundamental devoción" y señala que “cincuenta años después sigue siendo una tarea siempre actual para los cristianos continuar y profundizar su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en sí mismos la fe en el amor salvífico de Dios".
Para el Pontífice, “el costado traspasado del Redentor es la fuente a la que acudir para alcanzar el conocimiento verdadero de Jesucristo y comprender qué significa conocer en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo teniendo la mirada fija en Él, hasta vivir completamente de la experiencia de su amor, para poderlo testimoniar a los demás".
Más adelante, el Papa destaca que “el misterio del amor de Dios por nosotros no constituye solo el contenido del culto y de la devoción al Corazón de Jesús: éste es al mismo tiempo, el contenido de toda verdadera espiritualidad y devoción cristiana. Efectivamente, ser cristiano es posible solamente con la mirada dirigida a la Cruz de nuestro redentor".
En la misiva, el Papa señala que “quien acepta el amor de Dios interiormente es plasmado por él. La persona vive esta experiencia del amor de Dios como una llamada a la que debe responder. Los dones recibidos del costado abierto, del que brotaron ‘sangre y agua’, hacen que nuestra vida sea también para los otros fuente de la que manan ‘ríos de agua viva’. La experiencia del amor inspirada por el costado traspasado del Redentor nos protege del peligro de replegarnos en nosotros mismos y nos hace más disponibles a una vida para los demás".
"La respuesta al mandamiento del amor se hace posible solo a través de la experiencia de este amor, que ya antes nos ha dado Dios. El culto del amor que se hace visible en el misterio de la Cruz, representado en toda celebración eucarística, constituye por lo tanto el fundamento para que podamos transformarnos en personas capaces de amar y de darse. Este abrirse a la voluntad de Dios debe renovarse en todo momento. El amor no está nunca acabado y completo", continúa el Pontífice.