MADRID,
Con ocasión de la próxima celebración de la Solemnidad de Pentecostés, la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar dirigió a todos los fieles españoles un mensaje titulado "Enviados a evangelizar", en el que exhorta a vivir la vocación cristiana de anunciar el Evangelio.
Los obispos españoles recordaron a los fieles que "los cristianos, injertados en Cristo e incorporados a la Iglesia en virtud del sacramento del bautismo, recibimos el don del Espíritu Santo, que nos ayuda a vencer el miedo y nos impulsa a salir hasta los confines de la tierra para proclamar la Buena Noticia de la salvación de Dios. Como los apóstoles de Jesús, también nosotros, inundados del gozo y alegría del Resucitado, estamos convocados en esta hora de la historia para decir al mundo que el Señor vive y que es el único salvador de los hombres".
Luego señalaron que si por un lado se cuenta a muchos fieles que viven de manera inquebrantable su adhesión a Jesucristo, por otro hay bastantes bautizados que contemplan la vida con sus propios ojos y no son capaces de ver "con los ojos de Dios". Asimismo advirtieron la existencia de cristianos que viven desanimados y desilusionados ante la falta de frutos pastorales y ante el progreso constante de la indiferencia religiosa. Viven un conformismo evangelizador o "en un gran confusionismo doctrinal y vivencial, en el que afirman creer en Jesucristo, pero sin traducir esa fe en acciones coherentes".
Los obispos recordaron en su mensaje que un cristiano no actúa nunca en nombre propio, sino en nombre de Cristo y como miembro de la Iglesia. Al acoger a Cristo, como el Mesías y Señor, es que se está capacitado para dar testimonio y para decir a otros lo que se ha visto y oído.
También enfatizaron que "nunca ha sido posible evangelizar sin dejarse evangelizar. No se puede anunciar ni dar testimonio de Jesucristo, si los evangelizadores no lo hemos descubierto previamente desde una actitud de sincera conversión y adhesión a su persona".
Más adelante destacaron los obispos que en Pentecostés, el "mismo Espíritu, que acompañó los primeros pasos de la Iglesia, es también el que actúa constantemente en el mundo y en nuestros corazones para recordarnos lo que Jesús nos ha enseñado" y para superar los obstáculos que se nos puedan presentar.