VATICANO,
A las 5:15 p.m. hora de Roma, el Papa Benedicto XVI llegó en helicóptero al Santuario del Divino Amor en Roma y tras rezar el Rosario con los miles de peregrinos ahí reunidos, pronunció un discurso en el que destacó la capacidad de amar de María, mujer que piensa y quiere como Dios.
Tras ser recibido por el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y Vicario para la Ciudad de Roma, Cardenal Camillo Ruini, el Santo Padre recitó los misterios de gozo y tras finalizarlos afirmó que con el título de “Virgen del Divino Amor” se hace explícito “el vínculo que une María al Espíritu Santo, desde el inicio de su existencia, cuando en su concepción el Espíritu la preservó de toda sombra de pecado”.
El Pontífice, recordando su primera Encíclica, dijo a los presentes que “María es una mujer que ama. En cuanto creyente que en la fe piensa con los pensamientos de Dios y quiere con la voluntad de Dios, ella no puede ser sino una mujer que ama”.
“María –continuó- es el fruto y el signo del amor que Dios tiene por nosotros, de su ternura y de su misericordia”.
Asimismo Su Santidad recordó la promesa “hecha por los romanos el 4 de junio de 1944, cuando pidieron solemnemente a la Virgen del Divino Amor que esta ciudad fuese preservada de los horrores de la guerra y fueron escuchados: el voto y la promesa de corregir y mejorar la propia conducta moral, para hacerla más conforme a la del Señor Jesús”.
Sobre los misterios del Rosario el Papa se dirigió a los fieles diciendo: “hemos repetido y hecho nuestras las palabras del Ángel, y también las expresiones con las que santa Isabel acogió a María, hemos contemplado la fe dócil de María que confía en Dios sin reservas y se pone totalmente en sus manos, nos hemos sentido cercanos al Niño Jesús y hemos reconocido y adorado en Él al Hijo eterno de Dios hecho, por amor, nuestro hermano y así nuestro único Salvador”.