RIO DE JANEIRO,
Patrocinada por el Banco de Brasil, recientemente se abrió al público la exposición llamada “Erótica – el sentido del Arte”, que presenta varias obras obscenas y blasfemas, especialmente una en la que se aprecia algunos rosarios colocados a manera de genitales masculinos, obra de la artista Marcia X, que fue retirada por la firme acción de algunos católicos.
Este hecho suscitó reclamos y quejas por parte de los artistas, que consideraron el acto una manifestación de intolerancia y censura a la libertad de expresión, por lo que el Ministro de Cultura brasileño, Gilberto Gil, publicó una nota en la que apoya a los artistas, menospreciando los valores cristianos.
En su nota, Gil afirma creer en “la capacidad de discernimiento crítico de los espectadores y del público en general. Así como también creemos que toda tutela en la relación entre obra de arte y espectador es inaceptable. Según la Constitución Brasileña, es ‘libre la expresión de actividad cultural, artística, científica y de comunicación, independientemente de censura o licencia’, por eso no puede haber en nuestro país ningún tipo de interdicción a obras de arte y a otras formas de expresión”.
El Profesor Felipe Aquino respondió a la nota del Ministro, recordando que “la libertad de expresión de los artistas no puede herir los valores sagrados de la fe del pueblo brasileño, pues no sería libertad sino libertinaje, maldad. Se puede dar golpes en el aire siempre y cuando no propine un golpe en la cara de mi hermano. El Código de Derecho Penal, en el artículo 208, prevé detención y multa a quien ofende la de los demás”.
Por su parte, el sacerdote José Geraldo Vidigal de Carvalho, recordó a la opinión pública que “no existe libertad de expresión sin el respeto a los principios básicos que inclusive salvaguardan” ese mismo derecho. “Códigos de deontología son necesarios en el ejercicio de cualquier profesión o actividad humana. Por lo tanto, hay deberes que cualquier comunicador debe observar. Para actuar, todo ciudadano tiene necesidad de situarse en la ciudad de los hombres y respetar enteramente a sus semejantes. Necesita tener conocimiento seguro de las leyes que regulan una sociedad compuesta por seres dotados de razón. Cabe, por eso mismo, que se luche por una ética de la comunicación”, señaló.
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