VATICANO,
Cientos de miembros y personas cercanas a la Compañía de Jesús peregrinaron hoy a la tumba de San Pedro en la Basílica Vaticana, donde tras la Celebración Eucarística presidida por el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Angelo Sodano, el Papa Benedicto XVI pronunció un discurso exhortando a los presentes a continuar con el apostolado manteniendo inalterado el espíritu de San Ignacio de Loyola.
Al iniciar su intervención, el Santo Padre agradeció al Señor “por haber concedido a la Compañía el don de hombres de extraordinaria santidad y de excepcional celo apostólico como lo son San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el beato Pedro Fabro”.
“Ellos son para vosotros Padres y Fundadores: es justo, por ello, que en este año los recordéis con gratitud y los miréis como guías iluminadas y seguras de vuestro camino espiritual y de vuestra actividad apostólica”, dijo el Pontífice.
Seguidamente, el Papa se refirió a San Ignacio, quien “fue sobre todo un hombre de Dios que puso en el primer lugar de su vida a Dios, su mayor gloria y su mayor servicio; fue un hombre de profunda oración, que tenía su centro y su culmen en la Celebración Eucarística cotidiana”.
“En tal modo –continuó– ha dejado a sus seguidores una herencia espiritual preciosa que no debe ser perdida u olvidada. Justamente porque fue hombre de Dios, San Ignacio fue un fiel servidor de la Iglesia, en la cual vio y veneró a la esposa del Señor y la madre de los cristianos”.
Tras recordar el amor que tuvo el santo de Loyola por la Iglesia, Benedicto XVI se refirió al cuarto voto de los jesuitas: “Del deseo de servir a la Iglesia en el modo más eficaz y útil nació el voto de especial obediencia al Papa, calificado por él mismo como ‘nuestro principio y principal fundamento’. Que este carácter eclesial, tan específico de la Compañía de Jesús, continúe estando presente en vuestras personas y en vuestra actividad apostólica para que podáis salir fielmente al encuentro de las urgentes y actuales necesidades de la Iglesia”.