BUENOS AIRES,
El Arzobispo de Mendoza, Mons. José María Arancibia, aclaró que la visión cristiana del progreso no es pesimista, sino que propone a la familia humana un alto ideal de vida que la alienta a luchar con fortaleza y esperanza por el bien.
El Prelado lamentó que para muchos "los misterios de la muerte y resurrección de Jesús nada tengan que ver con los problemas que la familia y la sociedad afrontan hoy y que preocupan a la comunidad y a sus dirigentes".
Agregó que frente a la problemática del mundo hace falta volver la mirada hacia el sentido de la Pascua cristiana porque la fe en Cristo resucitado está comprometida de lleno con el progreso de la humanidad.
"A la hora de saber cómo es posible superar tan deplorable miseria, la norma cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurrección de Cristo, y encauzar por caminos de perfección, todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y el egoísmo, corren diario peligro", anotó.
Tras considerar que la encíclica "Dios es Amor" del Papa Benedicto XVI es "una enseñanza hermosa sobre el amor humano, que encuentra en la gracia de Dios su sanación y perfeccionamiento", Mons. Arancibia destacó que el Pontífice habla incluso de "un amor capaz de cuestionar toda actividad humana y hacer posible las obligaciones fundamentales de la justicia".
El Arzobispo de Mendoza recordó que para los cristianos "esforzarse por instaurar la fraternidad universal no es una utopía" al agregar que "el amor expresado en respeto no se ejercita solamente en los momentos importantes, sino en cientos de ocasiones de la vida cotidiana".