VATICANO,
Unos 30 mil peregrinos acudieron esta mañana a la Plaza de San Pedro para participar en la Audiencia General con el Papa Benedicto XVI, durante la cual recordó que "la Iglesia del amor es también la Iglesia de la Verdad, entendida ante todo como fidelidad al Evangelio confiado por el Señor Jesús a los suyos".
En la meditación titulada “El servicio a la comunión”, el Santo Padre resaltó que "el Espíritu, que infunde el amor de Dios en nuestros corazones, es fuente de comunión de los discípulos entre sí y con Dios" recordando la enseñanza de San Ireneo: "Donde está la Iglesia, está el Espíritu de Dios", "y donde está el Espíritu de Dios, está la Iglesia".
"Este lazo íntimo con el Espíritu –prosiguió el Papa– no anula nuestra humanidad con todas sus debilidades y así, la comunidad de los discípulos conoció muy bien esta prueba, constituida sobre todo de contrastes relativos a las verdades de la fe, que acarrearon divisiones en la comunión".
Así, Benedicto XVI señaló que "la Iglesia, ya desde sus orígenes, era consciente de estas tensiones posibles en la experiencia de la comunión, como demuestra la primera epístola de San Juan: ninguna otra voz como la suya se alza en el Nuevo Testamento para evidenciar la realidad y el deber del amor fraterno entre los cristianos; pero la misma voz se dirige con drástica severidad a los adversarios que han sido miembros de la comunidad y ya no lo son. La Iglesia del amor es también la Iglesia de la Verdad, entendida ante todo como fidelidad al Evangelio confiado por el Señor Jesús a los suyos".
La comunión, explicó el Papa, "nace de la fe, es suscitada por la predicación apostólica, se alimenta con la Eucaristía y la oración, y se expresa en el servicio y la caridad fraterna", explicó el Pontìfice.
Por tanto, continuó, "los Apóstoles y sus sucesores son testigos y custodios autorizados del depósito de la verdad entregado a la Iglesia y, a la vez, ministros de la caridad revelada y donada por el Señor. El suyo es un servicio ante todo de amor y la caridad que viven y promueven es inseparable de la verdad que custodian y transmiten. La verdad y el amor son, pues, dos caras del mismo don de Dios y que, por el ministerio apostólico, se custodia en la Iglesia y llega hasta nosotros".