27 de diciembre de 2024 Donar
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Al iniciar la Cuaresma, el Papa invita a tomar viva conciencia de la redención realizada por Cristo

Hoy por la mañana, Miércoles de Ceniza e inicio de la Cuaresma, miles de fieles y peregrinos escucharon la catequesis del Papa Benedicto XVI en la que exhortó a los cristianos a tomar viva conciencia de la redención operada por Cristo así como a vivir más profundamente los compromisos del bautismo.

Al iniciar su catequesis en el marco de la audiencia sostenida en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre se refirió al "itinerario cuaresmal de cuarenta días que nos conducirá al Triduo Pascual, memoria de la pasión, muerte y resurrección del Señor, corazón del misterio de nuestra salvación”.

“Éste –prosiguió– es un tiempo favorable en el que la Iglesia invita a los cristianos a tomar viva conciencia de la obra redentora de Cristo y a vivir con más profundidad el propio bautismo”.

Seguidamente, el Pontífice hizo notar con algunos ejemplos la “indudable fuerza evocativa” que trae la Cuaresma, haciendo referencia a “los cuarenta días del diluvio universal y a los cuarenta días de permanencia de Moisés en el Monte Sinaí”.

Destacó que “el periodo cuaresmal quiere invitarnos sobre todo a revivir con Jesús los cuarenta días por Él trascurridos en el desierto, rezando y ayunando, antes de iniciar su misión pública”.

“También nosotros el día de hoy tomamos un camino de reflexión y de oración con todos los cristianos del mundo para dirigirnos espiritualmente hacia el Calvario, meditando los misterios centrales de la fe. Nos prepararemos así hasta experimentar, tras el misterio de la Cruz, el gozo de la Pascua de resurrección”, dijo el Papa.

Asimismo, Benedicto XVI hizo referencia a la liturgia de hoy recordando que las dos fórmulas de imposición de la ceniza son “un llamado a reconocerse pecadores y regresar a Dios”.

Sobre la primera fórmula, "Recuerda que eres polvo y al polvo regresarás”, el Papa indicó que estas palabras “evocan la condición humana puesta bajo el signo de la caducidad y del límite, y buscan empujarnos a poner toda esperanza solamente en Dios”.

La segunda fórmula, “Conviértete y cree en el Evangelio”, fue definida por el Pontífice como “una invitación a poner como fundamento de la renovación personal y comunitaria la adhesión firme y confiada en el Evangelio”.

“La vida del cristiano –dijo– es vida de fe, fundada en la Palabra de Dios y nutrida por ella. En las pruebas de la vida y en cada tentación, el secreto de la victoria está en escuchar la Palabra de verdad y en rechazar con decisión la mentira y el mal. Urge, por lo tanto, reescuchar el Evangelio, palabra de verdad, para que en cada cristiano se refuerce la conciencia de la verdad a él donada, para que la viva y se haga testimonio”.

Así, el Papa definió también la Cuaresma como “un recorrido ascético y litúrgico que, mientras nos ayuda a abrir los ojos sobre nuestra debilidad, nos hace abrir el corazón al amor misericordioso de Cristo”.

Más adelante, el Santo Padre destacó el aspecto comunitario de la Cuaresma, pues ésta, “acercándonos a Dios, nos permite mirar con ojos nuevos a los hermanos y a sus necesidades. Por esto, la Cuaresma es un momento favorable para convertirse al amor. Un amor que sepa hacer propia la actitud de compasión y de misericordia del Señor”.

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"El camino cuaresmal, acercándonos a Dios, nos permite mirar con ojos nuevos a los hermanos y a sus necesidades. Por eso la Cuaresma es un momento favorable para convertirnos al amor. Un amor que sepa hacer suya la actitud de compasión y misericordia del Señor, como recordé en el  título del Mensaje para la Cuaresma: 'Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas''", añadió.

Al final de su catequesis, el Papa dijo que "La Iglesia, consciente de su propia misión en el mundo no cesa de proclamar el amor misericordioso de Cristo que sigue dirigiendo su mirada a la humanidad de todos los tiempos. El ayuno y la limosna, que, junto con la oración, la Iglesia propone de modo especial en el periodo de Cuaresma, son una ocasión propicia para conformarnos con esa 'mirada'".

Por último, el Santo Padre leyó un resumen de su catequesis en diversas lenguas, entonó el Pater Noster e impartió la Bendición Apostólica.

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