VATICANO,
Al recibir en el Vaticano al nuevo Embajador de Marruecos ante la Santa Sede, Ali Achour, el Papa Benedicto XVI reiteró el convencimiento de la Iglesia Católica de que para lograr la paz entre los pueblos es necesario y urgente el respeto por las religiones y sus símbolos, asegurando a la vez que “la intolerancia y la violencia jamás pueden justificarse como respuestas a las ofensas”.
Tras resaltar la contribución de Marruecos a "la consolidación del diálogo entre las civilizaciones, las culturas y las religiones", el Santo Padre recordó que "en el contexto internacional actual, la Iglesia Católica está convencida de que, para favorecer la paz y la comprensión entre los pueblos es necesario y urgente que las religiones y sus símbolos sean respetados, y que los creyentes no sean objeto de provocaciones que hieran sus sentimientos religiosos".
"Sin embargo, –precisó inmediatamente el Papa– la intolerancia y la violencia jamás pueden justificarse como respuestas a las ofensas, porque no son compatibles con los principios sagrados de la religión. Por eso, no podemos sino lamentar las acciones de los que sacan provecho deliberadamente de la ofensa causada a los sentimientos religiosos para fomentar actos violentos, ya que su fines son extraños a la religión".
Más adelante, el Papa dijo que tanto para los creyentes como para todos los hombres de buena voluntad, el único camino que lleva a la paz y la fraternidad es el del "respeto de las convicciones y de las prácticas religiosas de los demás", para que "de forma recíproca en todas las sociedades, todos tengan asegurado el ejercicio de la religión que han escogido libremente".
Al recibir las cartas credenciales del diplomático marroquí, el Santo Padre reafirmó su estima "por la tradición de acogida y de comprensión que, desde hace siglos, caracteriza las relaciones del Reino de Marruecos con la Iglesia Católica".
Benedicto XVI recordó que Marruecos acaba de celebrar el cincuenta aniversario de su independencia y elogió sus intentos por encaminarse hacia "un futuro moderno, democrático y próspero". Los logros conseguidos en estos años, prosiguió, "deberían permitir a todos los marroquíes vivir con seguridad y dignidad, de modo que puedan participar activamente en la vida social y política del país".