VALENCIA,
El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, aclaró que la violencia contra la mujer es siempre un crimen execrable y se disculpó ante quienes se hayan sentido ofendidos por el artículo publicado en una hoja parroquial en la que un sacerdote jubilado justifica esta situación.
Según informa la agencia AVAN, ante las “injustas, lamentables y erróneas palabras vertidas en una hoja parroquial, por un sacerdote jubilado y sin servicio pastoral”, Mons. García Gasco pidió a los lectores de su carta semanal, no dejarse llevar por la confusión, pues ni la Iglesia ni él mismo comparten las opiniones vertidas por el anciano sacerdote, y en todo caso, pide perdón a quienes puedan haberse sentido aludidos y ofendidos por ellas.
En su carta semanal, el Arzobispo de Valencia recordó que si anteriormente “no he tenido inconveniente de pedir públicamente perdón a las víctimas del terrorismo cuando creyeron que había comportamientos en la Iglesia insensibles con su dolor”, del mismo modo ahora “quiero una vez más mostrar mi cariño y acogimiento a todas las víctimas de la ‘violencia machista’ y, con palabras y con hechos, manifestarles mi respeto. Siempre han encontrado y encontrarán cobijo y protección en la Iglesia valentina”.
Monseñor García-Gasco, que tituló su carta “Perdón por la insensibilidad con las mujeres que sufren”, afirmó que “la Iglesia ha de estar siempre del lado de los que sufren, debe demostrar una especial sensibilidad y respeto por las personas que sufren injustamente y son víctimas de los delitos. Nada puede justificar un delito”.
Además, defiende que “no cabe la menor ambigüedad ni el menor atisbo de duda, ni de vacilación: la violencia contra la mujer es siempre un crimen execrable, una barbarie repugnante, una ofensiva violación del plan de paz y de amor que Dios tiene para sus hijos e hijas”.
En su carta, Mons. García-Gasco reiteró su “condena incondicional a todo tipo de ofensa, violencia, explotación, maltrato o vejación contra la mujer” y puntualizó que “la doctrina de la Iglesia sobre la diferencia sexual implica un repudio sin paliativos, tanto del ‘machismo’, que propugna la sumisión de la mujer, como de la ‘guerra de sexos’, que niega que entre el varón y la mujer pueden haber relaciones de mutua ayuda y complementariedad”.