BOGOTÁ,
El Embajador de Colombia ante la Santa Sede, Guillermo León Escobar Herrán, elogió la publicación de la primera encíclica del Papa Benedicto XVI y explicó que en ella, el Santo Padre expresa la “certeza de que ‘Dios es amor’ y de que el mundo es el único escenario en el que podemos realizar” ese amor.
En un artículo publicado recientemente en el diario colombiano El Tiempo, Escobar indicó que el Pontífice “sabe que la deshumanización se produce cuando no se respeta la persona humana, cuando se discrimina a los pobres y se crea la exclusión; cuando se transforma al ser humano en mercancía”, pero sabe también que “la fuerza de la 'Buena Nueva', predicada en profundidad, sin concesiones, desde la certeza de que Dios es ante todo 'Amor' y que quienes abran la puerta a esa convicción deben responder fielmente a la verdad manifiesta que ‘quien dice amar a Dios, a quien no ve, y no ama al prójimo, a quien sí ve, es un mentiroso’”.
“El amor (eros, ágape, philia) –continúa el Embajador– es explicado (en la encíclica) con optimismo, con entusiasmo, sin entrar en el pesado terreno de la casuística sino anclado en lo que el Papa Wojtyla denominaba la teología del cuerpo humano en la memorable homilía de la restauración de la Capilla Sixtina”.
Para el diplomático colombiano es importante entender algunos temas como la defensa del ser humano convertido en mercancía; “la urgente necesidad del retorno de la caridad en todas sus formas ya que se ha caído en la trampa de institucionalizarla falsamente convirtiéndola en mero asistencialismo social o alejándola de la inmediatez que a ella le es propia por razones de estética social, ya que la eficiencia debe organizar hasta la miseria haciendo imposible en el día de hoy la 'Parábola del Buen Samaritano'”.
“Afirma el Papa –prosigue– que la caridad de los cristianos no sustituye ni a los partidos y menos la acción del Estado, que tiene el encargo de realizar la justicia la cual no agota la caridad que sigue siendo de urgente práctica aún en la sociedad más justa”.
El Embajador recuerda que “hoy Benedicto advierte de un nuevo fantasma que identifica al siglo XXI que es el relativismo y ha logrado interpretarlo de tal modo que este documento se ha convertido en un punto de encuentro con luteranos, evangélicos, anglicanos, valdenses, gentes del ámbito musulmán, intelectuales, católicos y agnósticos y del mismo Hans Kung, que ha dado voces de aliento y de optimismo”.