27 de diciembre de 2024 Donar
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El Vaticano II es “un don y un desafío” dice Card. Cipriani al inaugurar Congreso

El Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, señaló que el Concilio Vaticano II es “un don y un desafío” que “interpela a todos los fieles de hoy”, durante la inauguración del Congreso “Concilio Vaticano II, Perspectivas para el III Milenio”.

El evento, organizado por la asociación Vida y Espiritualidad y el Centro de Estudios Católicos (CEC), congregó a más de 800 participantes en el Teatro Auditorium “Antonio Raimondi” de Lima, la capital peruana.

“Hoy es posible volver nuestros ojos con gratitud al Concilio Vaticano II, como lo ha señalado el Santo Padre Benedicto XVI, y si lo leemos y acogemos guiados por una correcta lectura y una interpretación adecuada, será cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”, agregó el Purpurado.

El Primado del Perú agregó finalmente que el Concilio “ha sido una profecía del futuro y de una manera muy clara ha lanzado al mundo entero la llamada universal a la santidad. El objetivo intrínseco de la Iglesia, lo que es más esencial a ella es la santidad, es decir, cumplir la voluntad de Dios”.

Perspectiva histórica

En un panel sobre la perspectiva histórica del Concilio, el Arzobispo emérito del Cuzco, Mons. Alcides Mendoza Castro, el Obispo más joven durante el Concilio, pasó revista a los momentos más importantes de de las sesiones, señalando el aporte creciente que cada una proporcionó, a la vez que destacó el importante papel de “los dos grandes Pontífices del Concilio: el Beato Juan XXIII y el querido Pablo VI”.

Por su parte, el P. Armando Nieto, historiador y catedrático de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, destacó aspectos poco conocidos del Concilio, como el proceso de preparación del gran evento eclesial, que incluyó a cardenales, obispos, congregaciones, universidades católicas y facultades de Teología. “El 77 por ciento por ciento de las cartas enviadas por el Vaticano fueron respondidas, reuniendo así un total de 1988 respuestas que fueron catalogadas e impresas y que se convirtieron posteriormente en proposiciones formuladas de manera concisa”.

Por su parte, el Magister en historia por la Universidad Gregoriana, Carlos Neuenschwander, contrastó las dos lecturas históricas del Concilio: aquella que presenta el Vaticano II como una “ruptura” con la historia de la Iglesia, representada por la controvertida “Historia del Concilio Vaticano II” de Giuseppe Alberigo de la llamada “Escuela de Boloña”, y la que el Papa Benedicto XVI recientemente presentó el pasado 22 de diciembre, en la que propuso el Concilio como un “proceso de reforma”; o de “renovación en continuidad”.

Lumen Gentium y Gaudium et Spes

Hablando de la Lumen Gentium, el Obispo emérito de Jiundiaí (Brasil), Mons. Amaury Castanho, señaló respecto a esta Constitución dogmática que desarrolló la identidad de la Iglesia, que “lamentablemente, venían surgiendo dos tendencias: una de mayor fidelidad al Magisterio de los Padres Conciliares y otra más distanciada de las orientaciones del Concilio Vaticano II. Los problemas aún continúan en algunas facultades y seminarios vinculados a la teología de la liberación que, en la década de 1980, mereció reprensiones oficiales de la Santa Sede”.

Luego de pasar revista a algunos de los autores y posiciones que se oponen al contenido auténtico del Concilio, el Obispo brasileño explicó: “en su organización y en su vida, la Iglesia se va integrando siempre más en la línea del amor y de la fraternidad, dando seguimiento a la institución formada por Cristo hace veinte siglos, en medio de éxitos y problemas creados por algunos de sus hijos menos fieles y de sus enemigos externos, anti-clericales que siempre la golpearon”.

“Cuarenta años después del Concilio Ecuménico Vaticano II, ciertamente la Iglesia Católica es mucho más evangélica y generosa en el seguimiento de los pasos, ejemplos y vida de su divino Fundador”, concluyó.

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Por su parte, el Profesor chileno Pedro Morandé, miembro de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales, hizo una incisiva exégesis del discurso del Papa Benedicto XVI a la Curia el 22 de diciembre de 2005.

“El Papa Benedicto XVI nos explicó que en el gran debate sobre el hombre que caracteriza el tiempo moderno, el Concilio debía dedicarse de modo especial al tema de la antropología. Debía interrogarse sobre la relación de la Iglesia y su fe, por una parte, y el hombre y el mundo actual, por otra”.

“La cuestión resulta mucho más clara si en lugar del término genérico ‘mundo actual’, elegimos otro: ‘edad moderna’. Esta precisión es muy importante porque sitúa las dificultades y tensiones entre Iglesia y mundo en un específico contexto histórico y cultural”, agregó Morandé.

El sociólogo señaló que el Concilio enfrentó tres problemas principales: definir de modo nuevo la relación entre la fe y las ciencias modernas; la relación entre la Iglesia y el Estado moderno y el problema, más general, de la tolerancia religiosa, “que exigía una nueva relación entre la fe cristiana y las religiones del mundo”.

Morandé desarrolló el proceso del fenómeno de la secularización y “su presencia en el contexto latinoamericano por la influencia del positivismo francés y la transformación cultural española”.

Solo la proclamación del Evangelio de la vida puede devolver a la conciencia moral un fundamento ontológico que le permita un discernimiento justo en las situaciones definidas en la sociedad actual. Es el gran servicio que la conciencia religiosa puede ofrecer a la sociedad actual”, advirtió finalmente Morandé.

Renovación en Continuidad

Por su parte, el Fundador y Superior General del Sodalicio de Vida Cristiana, Luis Fernando Figari, abordó el tema de la recta lectura del Concilio Vaticano II, que describió como “uno de los más grandes acontecimientos, una extraordinaria bendición de Dios para nuestro tiempo”.

El Fundador peruano recordó que el Papa Benedicto XVI ha señalado que “nadie puede negar que en vastas partes de la Iglesia la recepción del Concilio se ha realizado de un modo difícil”.

“La existencia lamentable de una incorrecta aproximación al Concilio ha llevado al Magisterio a pronunciarse numerosas veces denunciando los desvíos y las falsas lecturas. Son muchas las veces en que los Sumos Pontífices han invitado a una recta lectura del Concilio que exprese la vitalidad de la Iglesia”, explicó el laico limeño.

Figari advirtió que “existe una errada lectura e interpretación del Concilio. Si bien hay males que han surgido después del Concilio no han surgido a raíz del Concilio”.

“Soy un convencido –agregó– de que los problemas que hoy se dan son a pesar del Concilio. Soy un enamorado de las enseñanzas, de las luces del Concilio Vaticano II, me han ayudado muchas veces en un recto aggiornamento, al fortalecimiento de mi fe”.

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El Superior General destacó a la Lumen Gentium, como “la clave del pensamiento conciliar en su totalidad, la piedra angular de todo el magisterio conciliar” pues el Concilio Vaticano II “se ofrece como una reflexión en la identidad de la Iglesia para salir al mundo edificados por el Señor”.

“Al aproximarse a una recta lectura del Concilio –dijo– la clave hermenéutica principal es la renovación en continuidad”.

una nueva postura frente a la ruptura reconciliación no se trata de un sincretismo

Como ejemplo de superación de falsas antinomias gracias a la reconciliación propuesta en el Concilio, el Fundador se refirió a la separación entre fe y vida."El Concilio enseña que la separación entre la fe que profesa y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los males más grandes de nuestro tiempo", agregó. Ante ello, la respuesta conciliar es la de una fe hecha vida cotidiana que dé gloria a Dios.

Finalmente, Figari se refirió a la vocación universal a la santidad impulsada por el Concilio. "La acentuación del llamado estado de perfección de los religiosos o clérigos llevaba a algunos a considerar a los demás como en estado de no perfección. Esto oscurecía gravemente el llamado universal a la santidad".

"Todo bautizado está llamado a la perfección de la caridad en su propia vocación sea religiosa o laical. Estamos obligados todos los fieles cristianos a buscar la santidad dentro del propio estado. Esta renovación basada en la continuidad no requiere de reforma ni de modificación".

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