VATICANO,
Este lunes, durante el tradicional encuentro del Pontífice con el Cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano, el Papa Benedicto XVI, rompiendo la tradición de pronunciar una evaluación del “estado del mundo”, lanzo en cambio un enérgico llamado a la construcción de la paz en base a la verdad en el mundo.
El Papa Juan Pablo II solía utilizar este encuentro con el cuerpo diplomático para hacer una evaluación pormenorizada de la situación de la realidad en el mundo, pasando revista continente por continente. En esta ocasión, en cambio, el Papa Benedicto XVI hizo sólo dos menciones geográficas –Tierra Santa y el África– y centró su discurso más bien en la paz y su relación con la verdad, en línea con su reciente mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz 2006.
“Mirando la situación del mundo de hoy –dijo el Papa–, en el que, junto a funestos escenarios de conflictos bélicos, abiertos o latentes, o sólo aparentemente calmados, se puede apreciar –gracias a Dios– un esfuerzo valiente y tenaz por parte de muchos hombres y de muchas instituciones en favor de la paz, quisiera proponer, como un estímulo fraterno, algunas reflexiones que presento en unos sencillos enunciados”.
Compromiso con la Verdad
“Primero: –dijo el Papa Benedicto– el compromiso por la verdad es el alma de la justicia. Quien se compromete por la verdad debe rechazar la ley del más fuerte, que se basa en la mentira y que –en el ámbito nacional e internacional– tantas veces ha provocado tragedias en la historia del hombre. La mentira a menudo se presenta con una apariencia de verdad, pero en realidad siempre es selectiva y tendenciosa, orientada egoísticamente a instrumentalizar al hombre y, en definitiva, a anularlo”.
Hablando en francés, el Santo Padre recordó que “los sistemas políticos del pasado, pero no sólo del pasado, son un amargo ejemplo de ello. En el lado opuesto están la verdad y la veracidad, que llevan al encuentro del otro, a su reconocimiento y al acuerdo. Por su propio resplandor –splendor veritatis– , la verdad no puede dejar de difundirse; y el amor de lo verdadero, por su dinamismo intrínseco, está orientado totalmente a la comprensión imparcial y ecuánime, así como a la participación, no obstante cualquier dificultad”. “Cuando estos aspectos, distintos y complementarios –la diversidad y la igualdad– son conocidos y reconocidos, entonces los problemas pueden solucionarse y las discordias resolverse según justicia; entonces son posibles acuerdos profundos y duraderos. En cambio, cuando uno de ellos es desconocido o no es tomado en su debida consideración, entonces se produce la incomprensión, el enfrentamiento, la tentación de la violencia y del abuso de poder”, advirtió el Papa.