VATICANO,
Tras la celebración de la Solemnidad de la Epifanía en la Basílica Vaticana, el Papa Benedicto XVI rezó el ángelus con los miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro exhortándolos a abrir la propia existencia a Cristo para que ilumine con su luz la mente y toque con su gracia el corazón.
En sus palabras iniciales el Santo Padre hizo notar como “la adoración a Jesús por parte de los Magos fue inmediatamente reconocida como cumplimiento de las Escrituras proféticas. ‘Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al esplendor de tu surgimiento… llevando oro e incienso y proclamando las glorias del Señor’. La luz de Cristo hoy se expande en toda su dimensión universal”.
Hizo también una mención particular a “los amados hermanos y hermanas de las Iglesias Orientales que celebran hoy la santa Navidad: a ellos dirijo los más cordiales deseo de paz y de bien en el Señor”.
Seguidamente el Papa recordó la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia afirmando que “representó una auténtica Epifanía. El peregrinaje de los jóvenes, en su dimensión más profunda, puede ser visto como un itinerario guiado por la luz de una estrella, la luz de la fe”.
Así mismo extendió el llamado que en aquella ocasión hizo al más de un millón de jóvenes que se dieron cita en la ciudad alemana a “abrir vuestro corazón a Dios, ¡dejaos sorprender por Cristo! ¡Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso! Exponed vuestros gozos y vuestras penas a Cristo, dejando que Él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón”.
Antes de continuar con el rezo de la oración mariana el Papa exhortó a que “en toda la Iglesia se respire, como en Colonia, la atmósfera de Epifanía y de auténtico compromiso misionero suscitado por la manifestación de Cristo, luz del mundo, enviado por Dios Padre para reconciliar y unificar la humanidad con la fuerza del amor”.