MADRID,
Hace unos días comenzó el rodaje de una polémica película que, según anticipa con aplausos la prensa socialista, presentaría una versión denigrante de Santa Teresa de Jesús, mostrándola como una feminista revolucionaria sexual que describía sus experiencias místicas como “orgasmos carnales”.
El diario socialista El País, vocero oficioso del PSOE, publicó una nota que abunda en elogios para la nueva cinta del guionista y director Ray Loriga. La sinopsis oficial que circula en los sitios dedicados al cine español anuncia ambiguamente la cinta como la historia de una mujer “que no se conforma con el destino que se le presupone: Casarse con un caballero. Ingresa en un convento de clausura y desde esos muros inicia una cruzada de oración y sacrificio que la convierten primero en una rebelde y una loca, más tarde en una líder y, finalmente en una santa. Esta es la crónica de una mujer única para un tiempo difícil. Una mujer excepcional que nunca fue una mártir. Una mujer hermosa y fuerte que hizo historia”.
Sin embargo, El País describe una de las escenas ya rodadas así: “Aparece santa Teresa en el claustro vestida con el hábito blanco diseñado por la japonesa Eiko Ishioka y dan ganas de quitárselo. El traje es una belleza y Paz Vega (actriz que encarna a Santa Teresa) está arrebatadora, morbosamente sexy, dentro de ese cajón de seda con un crucifijo bordado”.
El diario cita declaraciones de Loriga que no dejan lugar a duda alguna. El cineasta sostiene que este versión “ha querido huir de ‘la santa Teresa de las estampitas’ para acercarse a fondo a esa Teresa ‘mujer, humana, sexual, revolucionaria, feminista, inteligente y verbosa’”.
“Teresa fue una de las primeras mujeres de la historia que se negó a aceptar los roles femeninos que le ofrecían la sociedad y la Iglesia. No quiso ser ni María Magdalena ni la Virgen María, esos dos arquetipos monstruosos; ni tampoco esposa y madre esclava. Por eso escribió 'la libertad está en la celda'. Pero lo que la hizo extraordinaria de verdad fue su capacidad para expresarlo todo, la sexualidad, el amor, la mística, la política”, sostiene Loriga.
Según Loriga, “ella puso el dedo en las heridas más sangrantes de la Iglesia, que todavía duelen hoy. Habló del papel de la sexualidad; protestó por la atroz situación de la mujer dentro de la Iglesia, abogó por una Iglesia sin clases ni pobres ni ricos, y puso encima de la mesa el balance entre el poder político y el poder espiritual de la Iglesia; y lo bonito es que algunas de esas batallas las ganó”.