VATICANO,
Durante la extensa homilía pronunciada en la Basílica de San Pedro con ocasión de la Solemindad de la Inmaculada Concepción, el Papa Benedicto XVI recordó que María nos enseña que la libertad del hombre no se plenifica en contra de Dios, sino solamente con él.
María, señaló el Santo Padre, es la prueba de que “Dios no ha fallado. En la humildad de la casa de Nazaret vive el Israel santo, el resto puro. Dios ha salvado a su Pueblo”, dijo el Pontífice.
El misterio del mal en el hombre
Al hacer referencia a la lectura del pasaje del pecado original, “el pecado hereditario”, el Papa preguntó “¿Cuál es el cuadro que en esta página se nos pone por delante? El hombre no se fía de Dios. Sospecha que le quita algo de su vida, que Dios es la competencia que limita nuestra libertad, que seremos totalmente seres humanos sólo cuando lo hayamos dejado a un lado y que sólo de esa manera podremos realizar plenamente nuestra libertad”.
“El hombre –continuó- vive con la sospecha de que el amor de Dios crea una dependencia y es necesario desembarazarse de la misma para ser plenamente uno mismo”.
“El hombre no quiere recibir de Dios su existencia y la plenitud de su vida”, agregó el Pontífice; y explicó que el ser humano vencido por el pecado “quiere extraer del árbol del conocimiento el poder de plasmar el mundo, de hacerse dios elevándose al mismo nivel que El y de vencer a la muerte y las tinieblas”.