VATICANO,
En su habitual catequesis de los miércoles, el Papa Benedicto XVI recordó que aún entre los perseguidores y los no creyentes, hay quienes con una “fe en una realidad desconocida, están realmente en camino hacia la auténtica Jerusalén, hacia Cristo”.
El Santo Padre dedicó su primera meditación de Adviento en una Audiencia General al Salmo 137 (136), que “la tragedia vivida por el pueblo judío durante la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 586 a. C., y el sucesivo exilio en Babilonia”.
Según el Pontífice, la “sentida invocación al Señor para que libere a sus fieles de la esclavitud de Babilonia expresa también sentimientos de esperanza y de espera en la salvación con los que hemos comenzado el camino del Adviento”.
Citando a San Agustín, el Pontífice precisó que “también entre los habitantes de Babilonia hay personas que se comprometen con la paz y con el bien de la comunidad, a pesar de que no comparten la fe bíblica, a pesar de que no conocen la esperanza de la Ciudad eterna a la que nosotros aspiramos”.
“Ellos tienen una chispa de deseo de lo desconocido, de lo más grande, del trascendente, de una auténtica redención. Y dice que entre los perseguidores, entre los no creyentes, hay personas con esta chispa, con una especie de fe, de esperanza, en la medida en que les es posible en las circunstancias en las que viven”, indicó.
Según el Papa, “con esta fe en una realidad desconocida, están realmente en camino hacia la auténtica Jerusalén, hacia Cristo. Y con esta apertura de esperanza, válida incluso para los babilonios --como les llama Agustín--, para quienes no conocen a Cristo, y ni siquiera a Dios, y que sin embargo desean lo desconocido, lo eterno, nos exhorta a no fijarnos sólo en las cosas materiales del momento presente, sino a perseverar en el camino hacia Dios”.
“Sólo con esta esperanza más grande podemos, de manera justa, transformar este mundo”, aseguró.