COLONIA,
El Papa Benedicto XVI llegó hacia el mediodía al aeropuerto de Colonia-Bonn y en el discurso que dirigió a los presentes afirmó que “no se puede perder esta oportunidad para profundizar en el sentido de la existencia humana como 'peregrinación' realizada con la guía de la 'estrella' en busca de Dios”, recordando el ejemplo de los Reyes Magos, cuyas reliquias están en la Catedral de Colonia.
“Con inmensa alegría me encuentro hoy, por vez primera después de mi elección a la Cátedra de Pedro, en mi querida patria, Alemania. Agradezco a Dios con viva emoción que me haya concedido iniciar las visitas pastorales fuera de los confines de Italia viniendo precisamente a la nación que me ha visto nacer. Vengo a Colonia con ocasión de la XX Jornada Mundial de la Juventud, que desde hace tiempo mi Predecesor, el inolvidable Papa Juan Pablo II, había programado y predispuesto”, dijo el Pontífice al iniciar su alocución.
Posteriormente, el Santo Padre saludó a los miembros de la jerarquía de la Iglesia en Alemania presentes como el Arzobispo de Colonia, Cardenal Joachim Meisner, y a las autoridades civiles que lo recibieron como el Presidente de Alemania, Horst Köhler.
“Doy las gracias a todos los que han prestado una colaboración eficiente y generosa para organizar este acontecimiento eclesial de alcance mundial. Pienso en las parroquias, los institutos religiosos, las asociaciones, las organizaciones civiles y las personas privadas, apreciando la sensibilidad demostrada al dar una cálida y adecuada hospitalidad a los millares de peregrinos que han venido desde todos los continentes”, afirmó Benedicto XVI.
El Papa recordó que la “Iglesia que vive en Alemania, así como toda la población de la República Federal Alemana, pueden enorgullecerse de una amplia y enraizada tradición de apertura mundial, como lo demuestran también las numerosas iniciativas de solidaridad, especialmente en favor de los países en desarrollo”.
Benedicto XVI indicó también que “nos preparamos a vivir en Colonia la Jornada Mundial de la Juventud. El encuentro de muchos jóvenes con el Sucesor de Pedro es un signo de la vitalidad de la Iglesia. Me siento dichoso de estar entre los jóvenes, de apoyar su fe y de animar su esperanza. Al mismo tiempo, estoy seguro de recibir algo de los jóvenes, sobre todo de su entusiasmo, de su sensibilidad y de su disponibilidad para afrontar los desafíos del futuro”.