ROMA,
Pese a los signos positivos que vienen del catolicismo en China comunista, la Santa Sede mantiene una cautelosa actitud sobre el futuro de las relaciones entre el Vaticano y la nación más populosa del planeta, afirma el vaticanista Sandro Magister.
El experto en temas vaticanos y columnista del semanario L’Espresso, destaca signos positivos como la presencia de jóvenes católicos chinos en la Jornada Mundial de la Juventud, y especialmente “el creciente acercamiento entre las dos comunidades católicas de China: la clandestina, con 8 millones de fieles, y la patriótica, con 4 millones”.
Según Magister el acercamiento entre ambas comunidades católicas “alarmó mucho a las autoridades de Pekín”; pero “la reconciliación entre clandestinos y patrióticos a seguido adelante”. El vaticanista explica la importancia de las recientes ordenaciones episcopales en China, que han contado con la aprobación tanto del gobierno como de la Santa Sede, y que finalmente están unificando bajo un mismo pastor a comunidades divididas desde que Mao Tse Tung creara la iglesia patriótica.
Para Magister, “la cuestión china es ciertamente uno de los capítulos más candentes del pontificado de Benedicto XVI. Y las autoridades de la Santa Sede se preparan para afrontarlo con extrema prudencia”.
El silencio de los organismos oficiales del Vaticano sobre el tema chino es muestra de esta prudencia que, según Magister, contrasta con el optimismo exagerado de algunos organismos católicos que creen que la solución de las tensiones está a la vuelta de la esquina.
En su columna, Magister incluye el agudo análisis del P. Gianni Criveller, colaborador del Holy Spirit Study Center de Hong Kong, uno de los mejores observatorios del mundo sobre el cristianismo en China. El artículo de Criveller critica duramente las posturas demasiado optimistas respecto del futuro del cristianismo en China, de manera especial el libro “Jesus in Beijing”, del autor norteamericano David Aikman.