JERUSALÉN,
Excavadores de la Vieja Jerusalén descubrieron las ruinas de la piscina de Siloé en la que, según relata el Evangelio de San Juan, Jesús curó a un hombre ciego de nacimiento. Este descubrimiento sería una nueva confirmación de la historicidad y autenticidad de la Biblia.
James H. Charlesworth del Seminario Teológico de Princeton, un experto en el Nuevo Testamento, señaló al diario Los Angeles Times que "algunos estudiosos afirmaban que la piscina de Siloé no existía y que Juan estaba usando las creencias religiosas. Ahora hemos encontrado la piscina de Siloé… exactamente en el lugar en el que Juan dijo que estaba”. Un evangelio del que se decía “era pura teología, ha resultado ser base histórica”, añadió.
“Necesitamos saber cuán grande es. Este podría ser el más grande e importante miqveh (piscina ritual) que se ha encontrado alguna vez”, precisó.
Por su parte, el arqueólogo Ronny Reich de la Universidad de Haifa, que participa de las excavaciones, afirmó que la ley de los antiguos judíos exigía que éstos peregrinarán a Jerusalén por lo menos una vez al año. "Jesús era otro peregrino que venía a Jerusalén. Sería natural encontrarlo allí”, remarcó.
Los excavadores descubrieron la piscina de Siloé a unos 180 metros de otra piscina que fue construida entre los años 400 y 460 A.C. por la emperatriz Eudocia de Bizancio, quien, a decir de los expertos, encargó la reconstrucción de varios lugares bíblicos.
Arqueólogos afirman que la piscina a la que se refiere San Juan en su Evangelio debió ser construida alrededor del primer siglo A.C. y destruida por el emperador romano Tito en el 70 D.C.