VATICANO,
El Papa Benedicto XVI renovó el llamado de la Iglesia a la solidaridad mundial como desafío para aliviar el sufrimiento de los pueblos y buscar un reparto equitativo de los riquezas del planeta.
Al recibir las cartas credenciales de siete nuevos embajadores ante la Santa Sede, el Pontífice aseguró que para ayudar a los hermanos y hermanas "debemos responder al primero de esos desafíos: la solidaridad entre las generaciones, la solidaridad entre los países y los continentes, para un reparto cada vez más equitativo de las riquezas del planeta entre todos los seres humanos”.
“Es uno de los servicios esenciales que las personas de buena voluntad deben rendir a la humanidad. La tierra tiene, en efecto, la capacidad para nutrir a todos sus habitantes a condición de que los países ricos no se queden con lo que pertenece a todos", indicó.
Según el Santo Padre, "nuestro mundo se enfrenta a numerosos retos que debe vencer para que el ser humano restablezca su primado sobre la tecnología y para que el justo destino de los pueblos constituyan el interés primordial de los que han aceptado la gestión de los asuntos públicos, no para ellos mismos, sino a favor del bien común. Nuestro corazón no puede estar en paz mientras veamos que nuestros hermanos sufren, por falta de alimento, de trabajo, de techo o de otros bienes fundamentales".
Asimismo, señaló que "la Iglesia no deja de recordar que todos los seres humanos deben prestar atención a que la fraternidad humana se realice a través de hechos concretos, tanto por parte de los individuos como de los gobiernos y de las instituciones internacionales”.
El Papa renovó el compromiso de la Iglesia con las poblaciones de todos los continentes, apoyando “las comunidades locales y de todas las personas de buena voluntad, especialmente en el ámbito de la educación, de la salud y de los bienes fundamentales".