MADRID,
Tras expresar su convencimiento de que los jóvenes acudirán a Colonia en un número, actitud y compromiso muy similar a los que se dieron en las distintas ediciones de la Jornada Mundial de la Juventud convocadas por Juan Pablo II, el Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, aseguró que Benedicto XVI cautivará a la juventud de modo muy similar al de su predecesor.
“La figura del nuevo Papa suscitará en los jóvenes un interés igualmente nuevo y movilizará a nuevos grupos deseosos de conocerle que probablemente no tenían previsto acudir. Les cautivará de otro modo, pero les cautivará”, aseguró el Cardenal en una entrevista que publica el diario La Razón.
Según el ex presidente de la Conferencia Episcopal Española, “la personalidad humana y espiritual de Benedicto XVI les impulsará convincentemente a vivir de lleno la experiencia del encuentro con Cristo: a vivir ‘el iremos a adorarle’ del lema de la XX Jornada Mundial de la Juventud en Colonia con una frescura nueva”.
En la entrevista, el Purpurado esbozó una breve semblanza del entonces profesor de teología en Ratisbona y, posteriormente, Arzobispo de Munich y Cardenal de la Iglesia. El Arzobispo de Madrid, quien conoció a Joseph Ratzinger en las aulas en el curso académico de 1959-1960, dijo que en aquella época “ya se trataba de una figura de referencia en el panorama de la teología alemana que atraía a muchos jóvenes estudiantes, entre ellos a éste, que era un curilla español”.
Pese a que Ratisbona no era sino una joven universidad, sin tradición, el futuro Benedicto XVI “supo hacer de su cátedra el mayor foco de irradiación de la teología católica. Se convirtió casi en un centro de peregrinación teológica, y en los años 70, todos estábamos pendientes de sus enfoques en el tratamiento de las cuestiones más candentes en la teología del posconcilio. A la vez, supo estar muy pendiente de los problemas de la Iglesia y de la sociedad de ese momento, marcada por el neomarxismo de la Escuela de Frankfurt”, señaló el Arzobispo.
Al comentar sobre la personalidad del entonces docente, el Cardenal Rouco recordó que de él “atraía su rica personalidad de un profesor que no sólo exponía teorías, sino que transmitía una honda experiencia de Cristo. Mantenía una relación personal con el alumno, casi de dirección espiritual. Tenía fama de ocuparse de los problemas más pequeños de los estudiantes: la beca, cualquier apuro o necesidad... Pero lo sabía hacer calladamente, sin exhibicionismo alguno”.