MADRID,
En un artículo publicado recientemente, la licenciada María Teresa Cano Luján, una española discapacitada, hace una crítica a la película Mar adentro en la que lamenta “que alguien vea esa película y salga admirando a Ramón Sampedro”.
A Cano le preocupa “el efecto que una película así puede tener en la cultura de respeto a la dignidad de las personas con discapacidad, por la que hemos trabajado y luchado todos aquellos que sí hemos tenido el valor de vivir plenamente con nuestra discapacidad y que hemos contribuido para que otros puedan realizarse y enriquecer a la sociedad con su existencia y sus aportaciones” y añade que “en cambio, la postura de Ramón Sampedro de que la vida con una discapacidad no merece vivirse, me recuerda a Hitler. Y eso es pavoroso”.
Sobre el personaje principal de la película, Ramón Sampedro, la licenciada comenta que “se rehusó a vivir, se quedó en una cama 28 años, no porque no tuviera silla de ruedas, sino porque le parecía denigrante usarla. Eligió quedarse en cama rumiando su amargura” y agrega que “por miedo enterró el talento que el Señor le dio (cfr. Mateo 25, 24-25) Le dio miedo vivir y durante 28 años su única meta fue lograr que algún juez autorizara que alguien lo matara, ya que no podía suicidarse”.
Luego explica que suicidarse “es la salida fácil. Valor se necesita para vivir la vida y para enfrentar la adversidad con la frente en alto”.
Cano señala los peligros de la película cuando dice que “por lo pronto nos dejó como herencia una película que siembra desaliento y desesperanza, que promueve el mal. Y esto en nombre de la libertad”.
“No, no siento ni admiración ni respeto por Ramón Sampedro. Mi admiración y mi respeto son para Raymundo Valdéz, de Parral”.