VATICANO,
Atender al Papa Juan Pablo II, especialmente en los últimos momentos de su sufrimiento “fue una bendición que no merecíamos”, dijeron las tres religiosas de Polonia que sirvieron al Pontífice, y que ahora retornan a su tierra natal.
Sor Germana, Sor Matylda y Sor Eufrosina, pertenecientes a la Congregación de María Niña de Polonia, conversaron brevemente esta semana con la periodista Anna Maria Sersale, del diario “Il Messagero”.
Sor Matylda se encargaba del guardarropa del Papa, Sor Eufrosina era responsable de la correspondencia; mientras que Sor Germana era la cocinera. Las tres religiosas y la superiora de la comunidad, Sor Tobiana, permanecerán en el pequeño apartamento cercano a las habitaciones pontificias hasta el funeral, tras el cual regresarán a Polonia.
“Lo hemos amado como un Padre. Cuando regresemos a Polonia lo llevaremos en el corazón”, dijeron las religiosas a Sersale.
“El Santo Padre soportó toda prueba con gran valor, incluso en la enfermedad ha sido heroico. Ha sido un privilegio asistirlo, no lo merecíamos. Su sufrimiento era ofrecido por la salvación de los hombres”, dijeron también.
“El Papa, como Cristo, vivió su propia pasión. Es un ejemplo para todos nosotros de gran fortaleza interior”, concluyeron.