VATICANO,
Al recibir hoy las cartas credenciales de Monique Patricia Antoinette Frank, nueva embajadora de los Países Bajos ante la Santa Sede, el Papa Juan Pablo II recordó que ante una sociedad marcada por el “fenómeno de la secularización” los católicos holandeses deben “testimoniar siempre su aprecio por el respeto absoluto del ser humano”.
El Santo Padre explicó que “desde hace varios años la sociedad holandesa, caracterizada por el fenómeno de la secularización, se ha comprometido en políticas nuevas en materia de legislación concerniente al principio y al final de la vida humana. La Santa Sede siempre ha dejado clara su posición y ha invitado a los católicos de los Países Bajos a testimoniar siempre su aprecio por el respeto absoluto del ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural”.
Asimismo, el Papa se dirigió a los jóvenes recordando que “necesitan recibir una educación sólida que desarrolle e integre su personalidad y les abra especialmente al encuentro con los otros, en una sociedad que es cada vez más cosmopolita y multicultural”, y afirmó que la Iglesia desempeñará la tarea que le corresponde “para ofrecer una educación integral a los jóvenes”.
El Pontífice expresó que el mundo “necesita construir un futuro de paz entre los seres humanos” y “consolidar un orden internacional estable, garantizado por una división más eficaz de los recursos a nivel internacional y por políticas orientadas activamente hacia el desarrollo”.
“Como parte de la contribución de la Iglesia a este proceso hace tres años tomé de nuevo la iniciativa de reunir en Asís a los representantes de las grandes religiones del mundo para manifestar juntos nuestra voluntad común de paz. Les pedí que suscitasen un diálogo profundo entre todas las religiones y les rogué, en particular, que renunciasen de forma absoluta a cualquier legitimación del recurso a la violencia por motivos religiosos y que la condenasen enérgicamente”, agregó el Santo Padre.
“Desde entonces –continuó– la Santa Sede ha trabajado para promover, en todos los ámbitos, un diálogo interreligioso auténtico, invitando a todos los cristianos, en todas las sociedades en que viven, a actuar con el mismo espíritu, como artífices de paz y diálogo, sobre todo con los fieles de las otras religiones”.